Hazte premium Hazte premium

Todos los caminos llevan al templo

Ayer entró en vigor el veto a los autocares en la Sagrada Familia, loque obliga a los turistas a acceder a pie

Todos los caminos llevan al templo INÉS BAUCELLS

ANA LUISA ISLAS

Cuando Antoni Gaudí proyectó la Sagrada Familia designó las manzanas que rodearían el templo como parques públicos, pensando en los cientos de peregrinos que se acercarían en un futuro a visitar su obra. Sin embargo, la especulación inmobiliaria acabó con la intención de dar aire al monumento y colocó a miles de vecinos a las faldas de la ahora basílica.

Los que alguna vez se congratulaban de vivir frente a una de las iglesias —en construcción— más famosas del mundo, ahora tienen que lidiar con los miles de turistas que se acercan a ella cada día. «Era mejor cuando su construcción no avanzaba, la gente no volvía para ver en qué se había adelantado», explica Roser Beltrán, quien vive desde hace más de 50 años en la calle Mallorca.

Para esta vecina, la prohibición de que los autocares de turistas aparquen en las inmediaciones del templo es un gran logro. «Si por mí fuera, retrocedería 30 años, cuando se podía pasear por aquí. Como no es posible por la invasión de turistas, nos conformamos con eso», agrega.

Desde ayer, a petición de la Asociación de Vecinos de la Sagrada Familia, los autobuses turísticos deben apear y recoger a los turistas en la Diagonal, en su cruce con Aragó, frente a las plazas de la Hispanidad y de Pablo Neruda, a diez minutos andando del edificio de Gaudí. Con un fuerte dispositivo de la Guardia Urbana, se informó a los conductores de la nueva normativa: se dieron 129 avisos.

Sumada a la prohibición de aparcar, los autocares no pueden circular por las calles colindantes a la Sagrada Familia, lo que provocó la queja de asociaciones turísticas. Dicen que algunos turistas vienen con poco tiempo para visitar el templo y que ahora no podrán pasar por ahí ni a toda prisa, a menos que lo hagan en el Bus Turítico o en autobús de TMB.

Aún así, y a pesar de los vecinos, los turistas no dejaron de inundar las calles, sobre todo la calle Marina, que desemboca en la basílica. Montserrat, que tiene una panadería aquí, casi en la esquina con Aragó, no cree que la nueva ruta ayude a su negocio. «Pasan pitando con el tiempo contado, no se detienen», considera; sin embargo, la valoración de los comerciantes de la zona es optimista. Dicen que prolongará la permanencia de los visitantes, aunque solo sea 20 minutos más. Con la crisis un par de locales sobre esta ahora concurridavía de acceso al templo han quedado vacíos, a merced de los más visionarios. Esos que, como Gaudí, auguren hordas de peregrinos pasando por ahí.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación