La palabra mágica en Egipto es estabilidad

Si una palabra se ha repetido en la campaña electoral egipcia, independientemente de si el candidato era de izquierdas o derechas, islamista o laico, ésa ha sido «estabilidad». El año que ha seguido a la revolución ha estado lleno de sobresaltos, y los egipcios confían en que los comicios presidenciales, tras los que la junta militar ha prometido que abandonará la primera línea de la política, traigan una más que ansiada calma.

«Con un poco de suerte, las elecciones van a poner orden en el país y vamos a poder salir del atolladero en el que nos encontramos », espera El Hamy el Zayat , presidente de la Federación Egipcia de Turismo. La inestable situación política egipcia no sólo preocupa al sector del Turismo, uno de los principales de la economía del país. En los comercios, en los ministerios, en los taxis o en los cafés, el agotamiento de un año más que intenso se refleja en la cara de muchos egipcios.

«El país sufre una crisis muy importante», reconoció en el debate electoral del pasado 10 de mayo Amro Musa . El país, asegura el ex-secretario general de la Liga Árabe, requiere de una persona con credenciales y que no vaya «adquiriendo experiencia sobre la marcha» . Sin duda, la mayor baza de Musa y la que ha pregonado por los confines del país, es su dilatada carrera política, que le permitirá, según él, «ponerse a trabajar desde el primer día».

Para la Hermandad Musulmana, sin embargo, la estabilidad sólo se alcanzará si hay sintonía entre la Presidencia y el Parlamento. «Mohamed Mursi tiene a sus espaldas un partido con un proyecto, que además domina la cámara baja», explica Dina Zakaría, una de las fundadoras del Partido Libertad y Justicia, el brazo político de la cofradía.

El énfasis de la campaña del islamista moderado Abdelmoneim Abul Futuh , que cuenta con apoyos entre un amplísimo espectro político, desde salafistas a liberales, se centra en la unidad, que no sólo traerá la estabilidad al país, asegura el candidato, sino también la paz.