LA NADA NADEA
Sí, pero no
No es menos cierto que, al cierre de 2011, los montes parieron un ratón al presentar Mas-Colell un exiguo 0,5 por ciento de reducción del tremendo déficit heredado del tripartito
Sí, es cierto que la Cataluña de Artur Mas presenta un historial de austeridad que no ha eludido la pedagogía del jarro de agua fría, ni la frustración de expectativas de los amigos del gasto, ni el coste en desafección social que acompaña a estas políticas (no a corto plazo, pues CiU ganó las elecciones generales en Cataluña por primera vez estando ya entregada a un realismo desabrido, sino a medio plazo: he ahí su caída en las últimas encuestas). Pero no es menos cierto que, al cierre de 2011, los montes parieron un ratón al presentar Mas-Colell un exiguo 0,5 por ciento de reducción del tremendo déficit heredado del tripartito.
Sí, es cierto que Artur Mas y el resto de cabezas visibles de su gobierno y de su formación han explicado con claridad que no existen alternativas a la disciplina presupuestaria, alineándose con la ortodoxia europea, que es la de Angela Merkel, con su pánico a la inflación y su vara del equilibrio elevada a norma europea y, paulatinamente, a norma constitucional interna de los estados miembros del club del euro. Pero no es menos cierto que ha recibido la presidencia francesa de Hollande introduciendo cambios significativos en su discurso: una crítica explícita a la «obsesión por la austeridad» que sus medios afines han reproducido al punto y que sitúa a la formación nacionalista en sintonía con un socialismo francés renuente al pacto de estabilidad y en discrepancia con la democracia cristiana alemana. Lo que no deja de ser un gesto en falso y un paso hacia el desdibujamiento ideológico.
Sí, es cierto que el govern está legitimado para invocar la lealtad institucional cuando los sucesivos gobiernos de España, socialista y popular, incumplen la disposición adicional tercera del Estatut. Pero no es menos cierto que esa voz pierde su fuerza al aprobarse en el congreso de Convergéncia una ponencia política que rompe con un catalanismo que quería liderar España para adentrarse en la aventura separatista del «Estado propio».
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