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Cuando CC quería las prospecciones

Los de Paulino Rivero nunca se opusieron como lo hacen hoy a la posibilidad de la explotación petrolífera

Cuando CC quería las prospecciones

BERNARDO SAGASTUME

Los de Paulino Rivero nunca esgrimieron los argumentos de 2012 para posicionarse en contra del petróleo. Más bien, mantuvieron de forma constante su interés por la posible extracción de hidrocarburos cerca de Canarias. Una salvedad: querían ser ellos quienes adjudicasen el negocio.

«Nos tratan como en otros tiempos, como si todavía fuésemos una colonia perdida en el Atlántico», fue una de las frases con las que adornó Rivero su discurso en contra de la decisión del Consejo de Ministros de volver a autorizar las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a Canarias. Incluso, apeló a la retórica de barricada, al llamar a los isleños a salir a la calle para «no arrodillarse». Ante el Gobierno de España, se supone.

Pero, ¿ha tenido siempre este grado de belicosidad la posición de CC frente a este asunto? Un vistazo a las hemerotecas arroja algo de luz acerca del cambio de actitud, de la radicalización de su postura hasta la confrontación total que ha exhibido desde que el 16 de marzo pasado se desbloquease la posibilidad de saber si existe o no este recurso energético en la cercanía de las islas.

Cuando se inició toda esta cuestión, al autorizarse por primera vez, durante el Gobierno de Aznar, la exploración petrolífera el 21 de diciembre de 2001, la reacción de los nacionalistas canarios distó mucho de la exhibida en las últimas semanas. El portavoz del Ejecutivo isleño en aquellos días, Pedro Quevedo (hoy diputado por NC), destacaba la noticia como «muy positiva», porque implicaba el reconocimiento de la zona económica exclusiva. Es más, hablaba de «un avance» en las aspiraciones de Canarias en pos de la delimitación de las aguas interiores mediante la aplicación de las líneas de bases rectas. De las energías renovables como alternativa, ni una palabra. Y menos, de revocar la autorización a Repsol, que han sido las dos banderas de los nacionalistas estos días.

El por entonces consejero de Presidencia canario, Julio Bonis, era igual de entusiasta que Quevedo en cuanto que la autorización a Repsol YPF era buena para la comunidad autónoma, puesto que posibilitaba «un paso más para delimitar las aguas de influencia del Archipiélago». Una de las pocas voces que por aquellos días se oían en contra de las prospecciones era la de colectivos ecologistas, como Adena, que anunciaba su rechazo frontal y señalaba a los nacionalistas como cómplices. Pocos se imaginarían, que años después, Greenpeace se hiciera la foto con Paulino Rivero para acudir de la mano del aparato propagandístico oficial de CC a las manifestaciones de hace dos semanas en Fuerteventura y Lanzarote.

Dos visiones

El mismo Pedro Quevedo, ya no en las filas de CC como cuando era portavoz del gobierno regional aunque ahora acudan juntos NC y CC a las elecciones generales, mostraba un discurso muy diferente días pasados en el Congreso de los Diputados, cuando en la Comisión de Industria, Energía y Turismo ya no interpretaba como positivas las prospecciones.

La medida del Consejo de Ministros, a su criterio, ahora abre «un contencioso de naturaleza diplomática con Marruecos» por no abordar el tema de la mediana «con rigor». Y quien sufrirá las consecuencias «será Canarias, como siempre», afirmaba el mismo que años antes las había considerado «un avance» en esta misma materia.

Más curioso resulta aun el modo en que se abordó, una vez ya paralizadas por el Tribunal Supremo las prospecciones, desde el Gobierno de Canarias en abril del año 2005. Estaba todavía vivo el pacto entre CC y el PP que sustentaba la Presidencia de Adán Martín y los grupos de ambos partidos presentaban una proposición no de ley en la que no se ponían en duda las exploraciones petrolíferas en sí mismas, sino que se buscaba definir la participación de la Comunidad Autónoma de Canarias en el proceso, «así como al establecimiento de las máximas garantías de preservación del medio ambiente» y «la determinación de las compensaciones, de diversa índole, a favor de nuestra Comunidad Autónoma».

El tono de la proposición fue tenido por poco combativo en contra del petróleo y le originó una crisis interna a CC, que asistía a una división de opiniones, porque sus militantes y dirigentes en Lanzarote y Fuerteventura les exigían una postura de rechazo radical, que por entonces la dirigencia del partido todavía no pensaba adoptar.

Pocos días después, el presidente de CC en aquellos días y portavoz en el Congreso, Paulino Rivero, anunciaba que presentaría una propuesta de resolución sobre las prospecciones en el debate sobre el estado de la nación, a celebrarse el 11 y 12 de mayo, y ya en plena crisis de gobierno en Canarias, mientras amenazaban con llevar adelante su programa de gobierno «con socios o sin ellos», preanunciando la ruptura con el PP.

En esa propuesta de resolución, CC se comprometía en Madrid una vez más a apoyar los sondeos, siempre que se garantizase que la posterior explotación significara «un riesgo cero» para el medio marino.

Montilla no pudo

Fue a partir de entonces que CC comenzó a apoyar al Gobierno de Zapatero en el Congreso, un camino que se vio acompañado por un hecho llamativo. En los años siguientes, el Gobierno socialista destrabó las prospecciones en otros puntos de España, como Murcia y Málaga, aunque no en Canarias.

El entonces ministro de Industria, José Montilla, tenía todo preparado para dar el «sí» también a los sondeos cerca de las Islas, pero algo frenó a última hora la aprobación definitiva en el Consejo de Ministros. Ese freno duró casi siete años, hasta mediados del mes pasado.

La posición de Repsol al respecto no ha variado. La multinacional española se ha comprometido a cumplir con las exigencias de cuidados medioambientales durante sus trabajos en las aguas cercanas a Canarias. Incluso, afirma que los estándares que se aplicarán en este caso serán similares a los de Noruega, mucho más rigurosos en este sentido que los que establecen el propio Reino Unido o Estados Unidos para exploraciones en el mar. Además, la multinacional española garantiza que, por tratarse de una inversión de miles de millones de euros, es innegable que derramará sobre la economía isleña, en forma de miles de empleos —se habla de entre 3.500 y 5.000—, así como en el impulso de una cadena de servicios de muy alta tecnología.

En estos términos lo explicó Alfonso Cortina en su día, durante una encuentro en Las Palmas de Gran Canaria con autoridades y sectores económicos y sociales isleños. Y con palabras similares también lo hizo su sucesor, Antonio Brufau, presidente de Repsol, a Paulino Rivero, cuando este le recibió en la Presidencia del Gobierno, en Santa Cruz de Tenerife. La reunión fue de tono muy cordial y el presidente canario escuchó con atención las explicaciones y argumentos de Brufau. Lo que difícilmente se esperaría el presidente de Repsol era que en cuestión de minutos esa persona tan amable se transformaría en uno de sus más ardientes detractores y que apelara al discurso filo independentista para atacar lo que antes no merecía mayor discusión.

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