Enresa mejorará las compensaciones del ATC
Se beneficiarán de las aportaciones millonarias los municipios cercanos
La Empresa Nacional de Residuos Radioactivos (Enresa) tiene previsto mejorar las compensaciones a los municipios cercanos a Villar de Cañas, donde se empezará a construir en menos de dos años el almacén temporal centralizado (ATC) de residuos nucleares y su centro tecnológico. El Ministerio de Industria fija las cuantías a percibir por las localidades que están cerca de instalaciones radioactivas y, según dijeron ayer los responsables de Enresa en una jornada con periodistas en Cuenca, en unos meses podría estar lista una orden ministerial que mejoraría estas cantidades, aunque de por sí los fondos son «bastante generosos».
De ellas se beneficiarían, además del término municipal del emplazamiento, los municipios que estén ubicados en un radio de entre diez y veinte kilómetros. Es decir, localidades como Montalbanejo, Villares del Saz o Alconchel de la Estrella. El objetivo es «mejorar la calidad de vida de los ciudadanos del entorno», como se ha hecho por ejemplo en Córdoba, donde está ubicado el almacén de media y baja intensidad de El Cabril. Además, Enresa tiene una Fundación que colaborará en festivales como la Semana de Música Religiosa de Cuenca, donde financiará un concierto la próxima Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional. También patrocinará un concierto en el órgano de Julián de la Orden de Villar de Cañas y establecerá contactos con la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Tampoco se descarta un próximo convenio con la Asociación de la Prensa de Cuenca, que celebra elecciones a la presidencia el 11 de abril, para realizar actividades.
Entre tanto, Enresa negocia con los propietarios de los tres terrenos disponibles en los que se podría ubicar el almacén temporal, aunque se han generado demasiadas expectativas económicas de los propietarios según los responsables de Enresa. La decisión podría adoptarse esta primavera y los tiempos indican que la construcción empezará antes de dos años, aunque en doce meses podrían
comenzar los primeros trabajos según el presidente de Enresa, José Alejandro Pina, quien precisó que los plazos dependen de recibir el visto bueno del Consejo de Seguridad Nuclear.Pina también acudió a la charla que se celebró en el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha. A ellos habrá que sumar otros cinco, que es lo que durará su construcción, que cuenta con un presupuesto inicial de 888 millones de euros, unos 130 millones más de lo previsto en 2003 cuando se inició el proceso sobre el ATC.
Respecto a los puestos de trabajo, Enresa destacó ayer que en la primera fase se crearán entre 300 y 500, y después se requerirán hasta 150 operarios. En este sentido, la directora de Ingeniería, Silvia Rueda, precisó que la mayor parte no serán de alta cualificación y puso como ejemplo que en El Cabril, el 90% de los operarios son «mano de obra local».
En el ATC se almacenarán 20.000 residuos de combustible gastado; o lo que es lo mismo, 6.700 toneladas de uranio, que es lo que generarán las centrales nucleares españolas hasta que finalicen su ciclo (hasta ahora han producido unos 12.000 residuos de estas características). También 1.600 metros cúbicos de residuos de media actividad y 84 cápsulas de alta actividad, que actualmente se almacenan en Francia a cuenta de 65.000 euros diarios que paga el Gobierno español desde hace unos años. Esos residuos tendrán prioridad en el almacenamiento en el futuro ATC, que contará con dos laboratorios para la investigación en un vivero de empresas que tendrá diez naves.
Transporte carretera
Enresa también avanzó que lo más probable es que la mayoría de los residuos lleguen a Cuenca por carretera, por lo que ya se estudia la mejora de los accesos, aunque también se plantea una fórmula mixta en la que estaría incluido el ferrocarril convencional. Según los responsables de ingeniería, no ha habido ningún accidente radioactivo en 45 años en los 30 millones de kilómetros que se han recorrido para
trasladar esos residuos.
Además, el ATC está preparado para soportar cualquier incidente por fenómenos adversos de carácter artificial y natural, como terremotos o inundaciones, y tendrá una vida útil de sesenta años.
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