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El crudo... ¡crudo!
Como era de suponer, ha habido, más que debate, opinantes
Mis anteriores comentarios acerca de las prospecciones petrolíferas en aguas de Canarias (“Mar de petróleo” y “Más de Petróleo”) partían de tres presupuestos: uno, que era deseable que hubiera un debate serio y opinantes sobre su conveniencia; otro, que no debía convertirse en una confrontación partidaria; y tercero, que de concluir en su necesidad para saber si hay recursos que justifiquen su explotación, se arbitraran medidas idóneas para minimizar posibles perjuicios y maximizar hipotéticos beneficios para Canarias. Como era de suponer, ha habido, más que debate, opinantes, unos del ámbito científico y técnico y otros del político y social que han servido, los primeros, para esclarecer cómo se detecta y busca el petróleo y, los segundos, para delatar la incoherencia, a veces rayana en el disparate, con la que se tratan asuntos de gran repercusión económica, social y medioambiental.
Resulta llamativo que en la pasada legislatura PP y CC se opusieran a las prospecciones adjudicadas a Repsol y que el PSOE se manifestara rotundamente a favor y que hoy ocurra lo contrario: los populares, de la mano del ministro Soria, las apoyan con entusiasmo, mientras los coalicioneros, con su habitual ambigüedad no exenta de contradicciones, y los socialistas, con un demostrado oportunismo, sean los más empeñados en escenificar una oposición radical. Con todo y al margen de escarceos políticos que, en términos generales, responden más a incontinencias verbales y a demandas partidarias que a conocimientos profundos, puede decirse, a tenor de comentarios de periodistas afines a fuentes gubernamentales o inspirados en ellas, que lo que se está discutiendo, socapa del enfrentamiento del gobierno autonómico con el central reclamando competencias sobre exploración o explotación de unos hipotéticos recursos, es el manejo de los mil millones de barriles que, a lo que se dice desde la administración autonómica, pueden estar bajo las aguas canarias, convertibles en miles de millones de euros, una bicoca para sostener en Canarias un estado de bienestar ‘a la noruega’, según frase que atribuyen a la viceconsejera de Energía del gobierno autónomo, cuando los miles de millones de barriles y de euros, si no hay sondeos previos, responden más a las cuentas de la lechera que a un cálculo fundamentado.
Un sondeo, por término medio, cuesta medio millón de dólares al día y el cálculo de lo que puede suponer uno solo —diez millones, como mínimo y con el riesgo de no encontrar nada—, lo puede hacer cualquier alumno de primaria, por muy poco que valore su formación el informe PISA al denunciar el fracaso escolar en Canarias. Y parece claro que, con estos condicionantes, no tienen sentido ni justificación declaraciones altisonantes para buscar votos cuando se requiere un entendimiento que permita, legal y económicamente, para aprovechar los recursos, que de existir, redundarán en beneficio de todos, sin caer en la futilidad de pretender repartirse la piel antes de saber si hay oso y, todavía peor, antes de cazarlo. Sin este entendimiento, el crudo… ¡crudo!
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