El «daño moral» de Otegi
La representación simbólica de la Justicia es una diosa con los ojos vendados, Temis en Grecia y Iustitia en Roma, mujeres impasibles que sujetan una balanza de doble platillo y alzan la espada -el equilibrio y la fuerza-, paradigmas de la proporcionalidad entre el crimen y el castigo.
Pues bien, Arnaldo Otegi, por decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, recibirá en unos días 20.000 euros del Ministerio de Justicia como indemnización por los daños morales que, según los jueces, le causó aquella "desproporcionada" condena que le impuso el Supremo por injurias al Rey en 2003.
«Hay sentencias que son un atentado a la moral»
No quisiera entrar en disquisiciones jurídicas, sino ponerme, primero, en la piel de las víctimas del terrorismo para gritar después que hay sentencias que son un atentado a la moral, el sentido común, la dignidad nacional y el sacrificio de tanta sangre inocente. O lo que es lo mismo: bombas de papel timbrado contra la convivencia. Todos los españoles, en la parte que nos toca, vamos a resarcir a Otegui con 20.000 euros por "daños morales" y me pregunto si esos señores con toga y con puñetas del Tribunal Europeo no serán los aprendices de brujo de la decadencia ética que nos invade.
Imaginarme a Otegui relamíendose con el cheque en la mano me provoca, por este orden, asco, náuseas y una terrible sensación de impotencia. La Justicia es un dama impasible que, cuando no hace honor a su nombre, saca la espada para cortarnos de cuajo la esperanza. La esperanza de que los verdugos -en lugar de cobrar- terminen algún día pagando.
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