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Qué bueno, qué fuerte y tal

juan carlos girauta

Expone Eugenio Merino en ARCO su obra Always Franco, el anciano caudillo uniformado, incluidos la banda y el fajín. Quiere ser un cadáver vertical, algo rilado, congelado en una máquina de refrescos. Lo más inquietante, las gafas de sol; quizá unos ojos tan realistas como el resto de la obra lo humanizarían. Para gustos, colores, ¿verdad? Qué bueno, qué fuerte. Busca Merino la concurrencia de dos factores indispensables desde que Marcel Duchamp concibiera su Rueda de bicicleta sobre un taburete: el humor y la provocación. No le niego lo primero; sí lo segundo. Provocar a la Fundación Francisco Franco está al alcance de cualquiera y, en todo caso, la provocación política, como la religiosa, que también ha visitado, pertenecen a la categoría más baja del ramo, alientan la brocha gorda, otorgan una facilidad extrema y gratuita. Un fotógrafo como el que evoca La Piedad de Miguel Ángel en la cantante Alaska despechugada con su marido, por ejemplo, desconoce que el verdadero provocador fue el renacentista y que él chapotea en la impotencia.

Volviendo a Franco congelado, Merino resulta tan mordiente como un pellizco de párvula. Si de verdad quería tocar los huevos políticos, haber congelado a un viejo vivo, algo que creara problemas con los visitantes; no sé, Castro, Carrillo, Hessel. Será por viejos. O a un muerto como Saramago. Olvida el artista, y es imperdonable, que el juego no consiste en reafirmar sino en cuestionar y molestar al público de las exposiciones, que en época de Duchamp era la burguesía biempensante y ahora es un combinado de coleccionistas de pellizcos de párvula, estudiantes de arte que niegan el canon sin conocerlo y comerciantes con una pesadilla: que les llamen decoradores.

Una tragedia, Merino. Descartada la política, no sirven tampoco las ruedas de bicicleta, que tienen un siglo, ni los urinarios elevados a objeto interpretable, ni nada de nada. ¿Quieres el respeto y la posteridad? Pues, además de valer, atrévete a escupir a quien te paga, como han hecho siempre los grandes.

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