La caída de Roma aviva la llama
Madrid gana enteros para «soñar» con los Juegos de 2020 tras el «no» del proyecto italiano. Monti: «Los costes son imprevisibles, es irresponsable»
La candidatura madrileña a los Juegos de Verano de 2020 entregó ayer su cuestionario, y apenas unas horas después, se encontró con la sorpresa de la marcha de Roma: la capital italiana deja la carrera olímpica antes de iniciarla, por la negativa de su Gobierno de darle los apoyos necesarios. Madrid se convierte así en la única ciudad de la vieja Europa que se presenta como aspirante a organizar los Juegos. Y ese dato es muy importante, habida cuenta la fortaleza de una rival como Roma , y el hecho de que la ley no escrita pero habitualmente seguida por el Comité Olímpico Internacional (COI) dice que la elección de sedes rota entre continentes en cada edición. Y si en 2016 se fue a América —Río de Janeiro—, en 2020 le toca a Europa.
«Hubiera sido irresponsable decir que sí en las actuales condiciones de crisis económica en Italia». De esta forma contundente, Mario Monti ha justificado el «no» del Gobierno italiano a la candidatura de Roma para los Juegos Olímpicos de 2020. La noticia ha caído como un jarro de agua fría en la mayoría de italianos, que confiaban en que Roma se impusiera a las otras candidatas, justamente a los 60 años de la celebración de las Olimpiadas de 1960 en la capital italiana .
Mario Monti ha resistido a las muchas y fuertes presiones para que firmara la carta del Gobierno italiano con las garantías que exige el Comité Olímpico Internacional, cuyo plazo finalizaba hoy, miércoles.
Pero teniendo en cuenta costes y beneficios de la organización de los Juegos Olímpicos, el primer ministro Monti ha decidido que no existen las condiciones para que el Gobierno ofrezca las garantías del Estado a la candidatura de Roma para el 2020 por valor de 4.700 millones de euros. El primer ministro italiano es consciente de que unos Juegos Olímpicos pueden representar una gran ocasión de desarrollo económico y de imagen para un país, pero no en esta ocasión, para un país que está comenzando a iniciar la salida de la crisis con duras medidas de austeridad. A este respecto, Monti ha sido claro y rotundo: «Los costes son imprevisibles y no es responsable poner en riesgo el dinero de los contribuyentes».
«El Gobierno —añadió— ha tenido que pedir sacrificios muy importantes y estamos logrando superar el momento más difícil, pero las turbulencias que todavía caracterizan a los mercados financieros y a la Eurozona, y lo que está ocurriendo en Grecia, están a la vista de todos». Para Monti ha pesado también la experiencia de Atenas y Londres. Grecia gastó para las Olimpiadas del 2004 más de 13.000 millones, en lugar de los 5.000 previstos . Y Londres duplicará también las previsiones de gastos.
La gran mayoría de los partidos políticos italianos estaban por el «sí». La excepción ha sido la Liga Norte de Umberto Bossi, que había expresado un rotundo «no» y ahora aplaude a Monti. En el centro izquierda se apoya a Monti: «Una decisión responsable», la ha calificado el líder del PD, Bersani. En el centro derecha, algunos lideres la consideran «una decisión grave» y perjudicial para la imagen de Italia. Un excampeón olímpico del calibre de Pietro Mennea, ha declarado que en estos momentos de crisis y de «vacas flacas» era una auténtica «locura» proponer a Roma como candidata.
Madrid suma
Madrid, sin embargo, sigue sumando apoyos. Ayer, el alcalde de Barcelona, Xavier Trías, expresó públicamente su total colaboración para la carrera olímpica madrileña. Algo que no es baladí si se tiene en cuenta que Barcelona organizó en 1992 unos Juegos considerados como los mejores de la historia. «Nosotros tuvimos la suerte de recibir ese apoyo de toda España y poder organizar unos Juegos que cambiaron la ciudad», señaló Trías. Botella agradeció el gesto.
Empresarios, sindicatos, y los principales partidos del país han mostrado su apoyo a Madrid 2020. La nota discordante la han puesto IU y UPyD, que ayer manifestaron su oposición a esta medida por coincidir con la crisis. Y, más sorprendente, el líder socialista madrileño Tomás Gómez, que en contra de lo que ha defendido su compañero de filas Jaime Lissavetzky, se mostró «preocupado» por el coste económico de este proyecto.
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