Las tropas sirias provocan una carnicería en Homs
Mueren al menos 237 personas en la ciudad rebelde, en una jornada de continuos bombardeos por carros de combate y artillería de gran calibre
Siria se desangra. La ciudad de Homs volvió a erigirse en epicentro de una revolución que cuenta con al menos doscientos mártires más, según fuentes de la oposición que calificaron lo ocurrido de «matanza» y «carnicería». El balance provisional dado por la oposición calcula el número de víctimas entre los 237 y 260 muertos. Representantes de la oposición acusan a las fuerzas del régimen de bombardear varios barrios de esta ciudad situada en el centro del país, a 165 kilómetros al norte de Damasco.
Resulta imposible verificar el número de bajas de una jornada en la que el régimen trató en todo momento de alertar sobre la intención de los opositores de «crear una pseudo masacre para influir en la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas». Testimonios de vecinos citados por distintas agencias hablan de «ataques con helicópteros», «cadáveres de niños decapitados en las calles», «bombardeos desde las ocho de la tarde del viernes contra viviendas de civiles»… Las fotos y vídeos subidos a internet por la población muestran decenas de cuerpos yacientes en los suelos de las viviendas, algunos envueltos en sudarios blancos a la espera de ser enterrados.
En la agencia oficial Sana usaron las mismas fotos, pero aseguraron que los muertos eran «civiles raptados, torturados y asesinados por los grupos terroristas armados», que es la fórmula habitual del régimen para referirse al Ejército Sirio Libre (ESL). Información que, desde luego, tampoco se pudo verificar de forma independiente.
Son las dos versiones de una realidad que dura once meses y que ha sumido al país en un conflicto armado entre los leales al régimen y el ESL, que nació con el espíritu de defender las protestas, pero que también ha pasado al ataque y está causando un número importante de bajas entre las fuerzas de seguridad.
Ausencia de mando
Ayer otros veintidós militares fueron enterrados en Homs. «La brutalidad del régimen ha obligado a los revolucionarios a armarse, no les han dejado otra opción», señala un diplomático europeo consultado en Damasco, que advierte de los problemas que engendra este brazo armado de la oposición, ya que «carecen de un mando o una estrategia común». Su actividad —cada vez mayor debido al creciente número de desertores de las fuerzas regulares en sus filas— se ha convertido en un argumento para que el régimen justifique su represión, la única respuesta que ha dado hasta el presente a las demandas de la calle a la espera de la puesta en marcha de unas reformas que llegan muy tarde, cuando ya ha habido demasiados muertos en la protesta.
Las imágenes que llegan de Homs son aún más crudas que las que se pueden ver en los barrios del este de Damasco que también se alzaron contra el régimen el pasado fin de semana. Las escenas de destrucción son desoladoras. Y a ellas se unen los testimonios que hablan de escenas dantescas, de cadáveres de niños sin cabeza, de familias enterradas entre los escombros de sus viviendas y de bombardeos indiscriminados.
El Ejército lleva meses intentando tomar el control de Homs. Y no lo consigue. El ministro del Interior, Mohamed Shaar, ya había advertido de que no perdería ni un minuto en su intento de «limpiar Siria de terroristas». Y el movimiento de ayer en Homs, centrado especialmente en la zona de Jalidiya, se enmarca en esta ofensiva del régimen, que a muchos recordó lo ocurrido en Hama en 1982, cuando más de diez mil personas murieron en el levantamiento liderado entonces por los Hermanos Musulmanes contra el anterior presidente, Hafez Al Assad. Estos días se conmemora el treinta aniversario de aquella masacre, y algunos de los responsables del aparato de seguridad del régimen que tomaron parte en la misma siguen en activo y aplicando las mismas soluciones que en los ochenta.
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