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Análisis

En busca de un lugar en la UE

En su estreno europeo, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy tendrá hoy que empezar a diseñar su política de alianzas en el seno de la UE

En busca de un lugar en la UE reuters

ENRIQUE SERBETO

En su estreno europeo, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy tendrá hoy que empezar a diseñar su política de alianzas en el seno de la UE en un momento en el que en Bruselas circula como corriente dominante, pero cada vez más discutida, la que inspira la canciller Angela Merkel. Y aún no ha salido a la luz la alternativa que, según versiones diplomáticas, estaría construyendo el primer ministro italiano, Mario Monti.

En realidad, el eje franco-alemán que llega a esta cumbre no es más que un espejismo, con Nicolas Sarkozy en la cuerda floja y pendiente de una elección presidencial en la que las encuestas le son claramente adversas. El presidente francés tuvo que hacer ayer una aparición casi a la desesperada en todas las televisiones del país para intentar recuperar posiciones antes de la primera vuelta, dentro de poco más de dos meses.

A estas alturas no se puede saber qué pasaría si le sucede el socialista François Hollande y aún menos si las carambolas de la segunda vuelta hiciesen entrar en juego a la ultraderechista Marine Le Pen. En medio de la crisis, la de la canciller Merkel es ya la única voz que se levanta sobre las demás (descontando el coro de los euroescépticos al que Londres pone música desafinada) y en caso de perder el sostén de Sarkozy necesitaría apoyarse en otros países del grupo de los grandes para mantener alejado el espectro de que se construye una Europa bajo el «diktat» de Berlín. Si las recetas que tiene que poner en marcha el gobierno de Rajoy empiezan a dar resultados durante este año, España podría muy bien ser ese apoyo político que le hace falta a Alemania y hasta ahora Rajoy no ha lanzado más que señales de simpatía hacia la canciller, de la que siempre recibió un respaldo claro en el seno del Partido Popular Europeo.

Sin embargo, desde hace unos meses se ha producido un cambio todavía poco perceptible, pero sin duda muy relevante en la política continental: la llegada al poder en Italia de Mario Monti, ex comisario europeo entre 1995 y 2004, de la mano del presidente de la República, el ex eurodiputado Giorgio Napolitano. Ambos guardan una espesa red de amistades en todos los países europeos y, por supuesto en el seno de las instituciones de Bruselas, y poco a poco han empezado a abrir un nuevo frente en el seno de la UE que quiere representar una cierta alternativa al monolítico espíritu germano.

En palabras de un diplomático belga que sigue los asuntos comunitarios, «lo que hace Monti es tocar una partitura muy diferente al discurso dominante alemán y tiene la osadía de decirle a Merkel lo que piensa, en estos momentos en los que la voz de Sarkozy apenas se escucha».

Naturalmente, siendo buen conocedor de los intríngulis de Bruselas, Monti se abstiene de oponerse frontalmente a Merkel , porque sabe que eso sería fatal para todos. Hoy estará en primera línea para firmar el Tratado Fiscal, (como también Rajoy) aunque para nadie es un secreto que el italiano está convencido de que este no es el remedio más importante para la crisis y que está convencido de que que al final Alemania tendrá que abandonar su actitud contumaz y consentirá la creación de eurobonos. Como explicó en una entrevista reciente al «Financial Times», «a Alemania le interesa más que a nadie que se mantengan bajos los tipos de interés de la deuda italiana» y por extensión de otros países del sur. Monti también es partidario de aumentar la capacidad del Mecanismo Europeo de Estabilidad financiera, a lo que Alemania se niega en redondo.

La situación italiana es diferente a la española, peor en cuanto a la deuda, aunque mucho mejor en lo que respecta al desempleo. Sin embargo, en la nueva estructura del gobierno, cuyo ministro de exteriores y el secretario de Estado de asuntos europeos vienen también del Parlamento Europeo, parece mucho más proclive a simpatizar con la política italiana. También las instituciones comunitarias están alentando la maniobra de Monti , como demuestran los elogios que tanto Herman Van Rompuy y José Manuel Barroso le han dedicado públicamente, a pesar de que por ahora el éxito de sus intentos de reforma en Italia están siendo, por desgracia, bastante limitados.

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