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Colin Firth: «Mis mejores personajes se parecen mucho a mí»

El actor británico ganó el año pasado un merecidísimo Oscar por su brillante interpretación de un tartamudo Jorge VI en«El discurso del rey», de Tom Hooper

Colin Firth: «Mis mejores personajes se parecen mucho a mí» abc

FABIÁN W. WAINTAL

Sin titubear en absoluto, la Academia de Hollywood coronó la pasada ceremonia a un verdadero monarca de la interpretación para el Oscar al mejor actor. Un profesional cabal como pocos que ha demostrado su talento a lo largo de una carrera plagada de títulos casi sin fisuras: «Shakespeare in love», «El diario de Bridget Jones», «La joven de la perla», «Un hombre soltero», «El topo»... Pero ningún papel se puede comparar a su excepcional composición en «El discurso del rey», donde encarna a un abrumado Jorge VI que intenta desesperadamente corregir su tartamudez en un momento especialmente delicado para Gran Bretaña, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial.

—¿Imaginaba que ganaría el Oscar frente a las interpretaciones de Javier Bardem en «Biutiful», Jeff Bridges con «Valor de ley» o los más jóvenes Jesse Eisenberg de «La red social» y James Franco de «127 horas»?

—La vida está llena de inesperadas vueltas, no solo para los actores, para cualquier persona. Uno solo sueña con llegar a la gente. Y por lo general, solemos invertir grandes esperanzas que a veces no llegan a ningún lado. En esta ocasión, es cierto que tenía grandes expectativas, pero nunca pensé que podía llegar tan alto.

—¿Es pura coincidencia que los actores británicos siempre ganen el Oscar cuando interpretan a algún miembro de la realeza británica?

—Los actores británicos son los que siempre interpretan a los reyes de Inglaterra. Digamos que tampoco se necesita demasiada imaginación para contratarnos en esos roles, aunque debe haber muchísimas personas que pueden hacerlo. Para mí fue bastante importante interpretar a Jorge VI, aunque no sabía demasiado sobre él, de verdad. Ahora sí, por supuesto, pero no lo conocía tanto al empezar el rodaje de la película.

—¿Fue complicado meterse en la piel, y las cuerdas vocales, de Jorge VI?

—Sobre todo fue difícil salir. Porque, lamentablemente, cuando las cámaras se apagaban yo seguía tartamudeando. Supongo que tiene que ver con la memoria del entrenamiento muscular. Es como cuando practicas piano y el cerebro se va adaptando y deja un mensaje subliminal. Con los deportes pasa algo parecido. Tampoco tartamudeaba todo el tiempo, pero no podía hablar fluidamente.

—¿Es verdad que también se volvió «tartaja» la primera vez que conoció a su esposa?

—Cierto, nos conocimos en Cartagena de Indias, y, cuando la vi en medio de una plaza, me pareció hermosísima. Yo estaba parado en las escaleras de una iglesia y no me animé a hablarle, para nada. Ella se me acercó y trató de hablarme en inglés, después de estrecharme la mano para saludarme. Y ese mismo día es el que ella cuenta como el principio de nuestro matrimonio.

—Volviendo a la película, ¿no le parece que al menos Geoffrey Rush merecía ganar el Oscar también, como actor secundario, si no fuera que se lo llevó un gran Christian Bale por «The fighter»?

—Seguro. Mi personaje era difícil, pero teniendo enfrente a alguien como Geoffrey Rush, francamente solo tuve que subirme a su talento. Con alguien con tanta energía, se torna mucho más divertido trabajar, te dan ganas de seguir y seguir, todos los días. Me malcrió demasiado. Lo quería todo el tiempo a mi lado.

—Quien sí se llevó la estatuilla fue el director, Tom Hooper. ¿Cuál fue el mejor consejo que le dio?

—Me dijo que tratara de desaparecer lo más que pudiera, porque soy mucho más grande que Jorge VI. Si te fijas, en la película me pone en la punta de un sofá enorme o estoy rodeado siempre por espacios abiertos. También creó bastante tensión y ansiedad, que fue ideal para mi trabajo. Lo primero que hizo Tom fue tomar una escena de diez minutos y me puso la cámara en mi cara, sin ensayos. Hoy creo que tomó la mejor decisión.

—En casi todas sus películas suele dar una única imagen y personalidad en la gran pantalla. ¿Cuánto se parece usted a sus personajes?

—Bueno, si hice bien mi trabajo, bastante. Los mejores se parecen mucho a mí, aunque solo sea en detalles. Al principio suelo pensar que no soy yo pero luego tengo que reconocer que es todo lo contrario.

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