Suscríbete a
ABC Premium

el garabato del torreón

La que se avecina

juan soto

INSISTAMOS una vez más en aquello tan sabido de que nadie es responsable de las expectativas que otros puedan depositar en él. De modo que empecemos por disculpar al señor Castellano del descenso de nivel en la marea de millones que, según terceras personas, iba a inundar la marca Novagalicia Banco merced a sus poderosas habilidades de conseguidor y a sus increíbles facultades para el despliegue del don de la ubicuidad, lo que le permitiría atraer capitales de aquende y allende, indígenas y foráneos.

Ahora resulta, con crudelísima evidencia contable, que el agujero rojo deviene agujero negro y que la fusión corporativa corre el riesgo de acabar en liquidación general por cualquiera de las modalidades al uso: absorción, cesión, adjudicación o intervención. En todo caso, un horizonte radicalmente distinto a aquel que se nos dibujaba cuando el presidente Feijóo apelaba a razones supraindividualistas para mediar en la gresca parroquial.

Ni el capital tiene corazón, ni el dinero tiene patria, ni los empresarios se fían de lo que no palpan, ni los perros se atan longanizas. De modo que, como decía el tendero del cuento, vayamos de los ordinales a los cardinales. Y lo que parece admitido nemine discrepante es que los mil millones de euros de iniciativa privada prometidos por el señor Castellano «cuando hace la calor, / cuando los trigos encañan / y están los campos en flor», quedaron reducidos a setenta, como recordaba esotro día Ramón Ermida en un artículo del digital "Terra e Tempo" inverecundamente intertextualizado (diría Luis Racionero) en el diario El País.

Llegados a tal estado de cosas, nos encontramos, humildes espectadores y usuarios de ventanilla, con que la fusión que tantas alegrías iba a deparar al respetable mor de la adición de activos se resuelve a la postre en la suma de pasivos: las fiebres con las tercianas, si le preguntaran al quijoteño doctor don Pedro Recio , o albarda sobre albarda, que dirían otros más legos en la ciencia médica. Lo que en los albores de la operación se vendía políticamente con la retórica de Galicia, todo por Galicia y nada antes que Galicia, se presenta ahora con la elocución resignada de lo inevitable. Y la conformidad ante los efectos destructivos de la nueva ola de fusiones se acompaña de alguna que otra jeremiada institucional y con la estoica comprensión con que se acepta lo inevitable: «Comprendo perfectamente que uno de los objetivos fundamentales de cualquier gobierno sea que vuelva a fluir el crédito», ha dicho el presidente Feijóo . «Cualquier gobierno», oh casualidad, es el de Rajoy .

Ahora solo queda pendiente el asunto de los efectos colaterales: abolición de obra social, derogación de subsidios salvavidas a los medios, anulación de fondos culturales… Lo vamos a pasar bomba. Como en aquella sección de La Codorniz , «Tiemble después de haber reído», que hacía Rafael Castellano . Y disculpen la casualidad patronímica.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación