Isabel Pantoja, las amargas doce uvas de la tonadillera
La pérdida de un nieto en camino, la ruptura de Kiko y Jessica Bueno y un juicio el próximo junio ensombrecen su 2012
Hasta hace unos días, Isabel Pantoja parecía una mujer feliz: le había cambiado el semblante y hasta el carácter, e incluso contestaba a los reporteros que la seguían por la calle. Su buena relación con Telecinco, el contrato que ha firmado con la cadena (es la elegida para retransmitir, esta noche, las campanadas) y, por encima de todo, la tranquilidad de ver cómo su hijo Kiko parecía encauzar su vida profesional y personal resultaban motivos suficientes para pensar que 2011 ha sido un buen año.
Para colmo, la Pantoja iba a ser abuela y parecía que acabaría acompañando a su hijo al altar. Y es que la noticia del embarazo de Jessica Bueno, novia de Kiko Rivera, le supo a gloria; incluso, ya estaba preparando su vestido de madrina para la futura boda. Quería a la novia de Kiko en tanto que veía a su niño más tranquilo y con una vida bastante más ordenada que antaño.
Pero la alegría le ha durado poco. Esta noche la veremos perfectamente maquillada y peinada para despedir el año, desde la Puerta del Sol, en directo para Telecinco. A su lado estarán el propio Kiko y el presentador Jorge Javier Vázquez . No se esperaba a nadie más en ese balcón, de ahí que los rumores que circulan sobre que Jessica Bueno va a participar en la gala de Fin de Año son infundados. Isabel cantará las campanadas, brindará con champán y lucirá dientes, que en eso no hay quien la iguale. Ni en sonreír ni en entrar tiesa como un palo de una escoba en los juzgados.
Cuentas pendientes
Con la cabeza erguida y los hombros hacia atrás, así hizo su paseíllo tras pasar una noche en el calabozo marbellí y seguramente así entrará en el juzgado el próximo mes de junio, cuando se celebre la vista por la denuncia de blanqueo de capital que tiene sobre sus espaldas. Por eso, 2012 va a ser un año fundamental en su vida, un annus horribilis. Independientemente de lo que dictamine la Justicia, ver a Isabel Pantoja en el banquillo, aclarando sus cuentas y enfrentándose a Julián Muñoz y Maite Zaldívar , va a ser un trago difícil de digerir. Sabe que su futuro pende de un hilo y todo por un hombre al que hoy no quiere ver ni en pintura. Por eso, puede que se le atraganten las uvas esta noche.
Para colmo, comienza el año con la noticia de que su Kiko del alma vuelve a estar soltero. Otra preocupación más: Kiko, si está soltero, es un peligro. Volverán las fiestas sin fin y las amistades peligrosas que tan poco gustan en la familia. Isabel sabía que con Jessica estaba más sosegado, de ahí su exagerada felicidad al enterarse de que ella estaba embarazada. Además, ya habían cobrado una suculenta exclusiva con la buena nueva y tenían muchas más pendientes para los próximos meses. Las penas, sin pan, son más penas.
Hasta hace poco, Isabel Pantoja estaba feliz en el papel de madre del artista, suegra de la miss y futura abuela . Pero ahora ha vuelto a refugiarse en su gente, en su hermano Agustín, su madre, sus dos amigas más íntimas y en incondicionales como el maquillador Juan Pedro o su médico estético, Juan Carlos. De ese círculo hoy apenas sale. No se fía de nadie, y tiene motivos. Todavía herida por su relación con Julián Muñoz, que la Pantoja volviera a enamorarse sería el titular que todos comprarían. No lo tiene fácil, y menos con un juicio a la vuelta de la esquina que puede acabar definitivamente con la tranquilidad de los últimos tiempos.
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