«El topo» y «Los muertos no se tocan, nene», entre las críticas de lo estrenos
Te desvelamos las claves de la cartelera más navideña del año

1- «Los muertos no se tocan, nene»:
POR OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE
La seriedad dudaba de sí misma en cuanto Rafael Azcona le ponía su mirada burlona encima. Nada hubo en el mundo lo suficientemente grave y circunspecto para que Azcona no se riera de ello, ni la pobreza, ni la enfermedad, ni la muerte, esa oscura trilogía que él convirtió en jolgorio literario, Ferreri en jolgorio cinematográfico ("El pisito" y "El cochecito") y que ahora pretende cerrar José Luis García Sánchez con la recuperación de ese arca perdida que era la novela "Los muertos no se tocan, nene". A García Sánchez siempre le ha asomado Azcona por dentro y entiende la gracia de lo cóncavo y el sabor del esperpento, lo que le permite atrapar en blanco y negro cosas que ya no emulsionarían el celuloide de otro, como ese arranque fabuloso con la peripecia del muerto Don Fabián, un terco centenario que no está dispuesto a morirse del todo hasta dejar cuajada una frase lapidaria ("¡patata!, ¡patata!" consigue balbucear). La historia, que empieza en el mismo cartel de la película cuya esencia clava Antonio Mingote , consiste en la descripción hiperrealista del surrealismo, en algo así como hacer transparente el humor negro: el barullo familiar alrededor del finado, el alboroto de la llegada de las fuerzas vivas de provincias, la urgencia de los canapés y de los santos óleos, las pequeñas puñetas de los hijos, nietos y allegados, los detalles pecuniarios del entierro..., todo ese mundo con tufillo eterno pero anclado en la ética y la estética de mediados del siglo pasado, cuando Azcona (y ahora García Sánchez) untaba de sarcasmo y guasa la tostada de pan duro de la época. La película lleva impreso ese adn berlanguiano de las situaciones y los personajes muy de otro mundo; es el gran riesgo que asume ahora el director: una película tan de entonces como "Plácido" o "El verdugo" que le cuesta encajarse en el paisaje del 3-D y la digitalización. Todo está ahí entre bolitas de alcanfor, con su exceso y su bilis, con su gracia demoledora, con sus tipos ya imposibles (el afilador, la "criada" o el pobre de casa, el suboficial orgulloso, el putero vizcaíno..., una especie de "patrimonio nacional" tan en extinción como el lince ibérico), aunque interpretados por actores de hoy, magníficos, pero de hoy, cuya indispensable sobreactuación se acerca al ideal del "lopezvazquismo", pero sin serlo, claro.
2- «Route Irish»:
POR O. R. MARCHANTE
Ken Loach y su guionista habitual, Paul Laverty , no podían defraudar su ganada imagen de "notarios de la actualidad" y era de cajón que le debían una mirada a la guerra de Irak, y "Route Irish" es precisamente esa mirada. Aparentemente, no hay nada nuevo en ella y amasa una historia en la que la intriga bélica y política responde a los esquemas ideológicos previstos y en la que las reflexiones sobre las causas y los efectos de la guerra no aportan gran cosa a lo obvio (acaso, el turbio mundo de las empresas privadas que hacen negocio en Bagdad con los servicios de seguridad), aunque entre ello se cuele el drama humano de los remordimientos del ex combatiente y los atisbos de un drama romántico que se queda a medio cuajar. La película no duda en entregarse a todo para que funcione, desde a lo tajante del "thriller" con la búsqueda y venganza del protagonista por el asesinato de su amigo, al grosero uso del material de archivo con imágenes cargadas de cierta obscenidad trágica de bombardeos y destrozos en la población infantil y al clima agridulce de la nostalgia, con una armadura argumental en la que el "flashback" embadurna el presente de pesadumbre.
3- «Noche de fin de año»:
POR O. R. M.
No es fácil meter en una película a dos docenas de estrellas del cine y que lo único que brille un poco sea la bola que cae en fin de año en Times Square. Pues el veterano director Garry Marshall lo consigue. Robert De Niro, Hilary Swank, Michelle Pfeiffer, Zac Efron, Jessica Biel, Hale Berry, Ashton Kutcher, Sienna Miller, Sarah Jessica Parker, Lea Michelle, Jon Bon Jovi..., todos ellos y más van apareciendo en la pantalla para contar un entrelazado de historias tan originales y jugosas como una caja de polvorones. La primera mitad de "La noche de fin de año" consiste en que veamos a estas estrellas en sus papeles y contratiempos, y la segunda, en resolver esas contrariedades sin el menor escrúpulo, con lo que uno se zampa la caja de polvorones sin encontrar en ninguno otro sabor que el anunciado en el papel del envoltorio.
4- «El topo»:
POR J. M. CUÉLLAR
Sonaron todas las alarmas de los puristas cuando Alfredson se decidió: Gary Oldman sería George Smiley. «Un histriónico» pensaron, sin caer en que a veces hay que ser histriónico porque el papel es de histriónico. Pero Oldman se equivoca cero o menos cero cuando se pone a meter mano en asuntos de enjundia. Y este, basado en el tenebroso mundo que suele tejer Le Carré , lo era. Oldman no importuna, ni resquebraja ni altera ese mundo frío, descorazonador, por lo solitario, que los espías mal manejan en su interior. Todo lo contrario, lo enaltece y enriquece con una sobriedad que ya se le conocía, aunque muchos se dejen llevar por su frívolo envoltorio. Pero Oldman es mucho más que eso, es un actor de primera. A su alrededor, Alfredson analiza con el frío rigor que requiere la novela ese mundo complejo, taciturno y ocre. Toda la cinta se mueve en esos perfiles negros que ralentizan la narración, casi de forma desesperante, pero necesaria, para explicar la terrorífica soledad que acosa a la gente sin nombre, sin identidad, sin familia, destrozado todo su entorno intimista. Todo aquí es quedo y amenazante y, más que eso, oscuro, muy oscuro, casi triste.
5- «No tengas miedo a la oscuridad»:
POR J. CORTIJO
El binomio «casa encantada+infante acongojado/a» sigue campando y triunfando desde, al menos, hace 40 años (cuando se emitió la versión original de este turrón blandamente pesadillesco). Y, para que se note el tabasco de Guillermo del Toro, a la dupla se le añaden unos ratoncitos Pérez diabólicos y un «lewiscarrollismo» con laberinto pero sin fauno. Pero respingos baratos, odontología light (ni «Marathon Man» ni mucho menos «The human centipede 2») y Katie Holmes con encallecido cara de susto (con el que tiene en casa, lógico) no bastan para aterrar, aunque sí distraer.
6- «Copito de nieve»:
POR J. C.
Entre «REC» y «REC», Filmax tira porque le toca y resucita su división animada lanzando, además, una liana al cine familiar ibérico más vintage (doble alegría, doble mosqueo) y sin descuidar al público adulto en varios guiños: espíritu de tebeo Bruguera serie B, un sembrado Pere Ponce a lo Pierre Nodoyuna, Elsa Pataky solita en una caravana... Entrañable y hasta recomendable, si nos olvidamos de algunos patinazos cartoon -carne y de lo incorrecto de unir albinismo con hechicería. De todas formas, la segunda mejor película de rebelión simiesca del año (¿hace un «Copito versus Cesar»?).
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