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«Esta tragicomedia turbo es el estreno estadounidense más emocionante que ha visto Broadway en años». Así de contundente se mostraba Charles Isherwood, crítico teatral del New York Times, al referirse a «Agosto (Condado de Osage)». Y seguía Isherwood: «No es teatro complaciente. Es teatro que te mantiene constantemente enganchado con golpes, sorpresas y placeres, aunque su núcleo, siempre en movimiento, sea el dolor de corazón».
Gerardo Vera pone fin con «Agosto» a su etapa al frente del Centro Dramático Nacional, del que saldrá a finales de año (en abril volverá para dirigir «La Loba», de Lilian Hellman, con Nuria Espert). Se trata, como él mismo dice, de uno de «los textos contemporáneos más importantes del teatro estadounidense». Su autor es Tracy Letts, actor además de dramaturgo, y la obra vio la luz en Chicago en junio de 2007; en diciembre pasó a Broadway, donde se convirtió en un verdadero acontecimiento, refrendado por las críticas y premios como el Pulitzer, el Drama Desk o el Tony. A España llegó a finales de 2010, presentada en catalán por el Teatre Nacional de Catalunya, en una producción dirigida por Sergi Belbel.
Para este montaje del CDN, Vera ha contado con la adaptación del poeta Luis García Montero, que se refiere a la obra como «teatro puro; hay compromiso entre los actores y hay compromiso con el público. Es un texto útil para reflexionar sobre la sociedad contemporánea. Habla de la insatisfacción, de la culpa, del sacrificio… cuestiones que afectan a la convivencia, del deterioro de una familia y por tanto de la sociedad».
«Agosto» supone la vuelta a los escenarios, tras doce años de ausencia, de Amparo Baró (que ha insinuado que ésta puede ser su último trabajo teatral); le acompaña un nutrido y notable reparto que incluye a Carmen Machi, Irene Escolar, Sonsoles Benedicto, Alicia Borrachero, Gabriel Garbisu, Antonio Gil, Miguel Palenzuela, Clara Sanchis, Marina Seresesky, Abel Vitón, Markos Marín y Chema Ruiz. La obra transcurre en una casa situada en las afueras de Pawhuska, una pequeña localidad de Oklahoma. Allí vive la familia Weston, que se reúne con motivo de la muerte del padre. «Es la historia de una familia que no es ni más ni menos que una epidemia —dice Vera—, un grupo de seres humanos encerrados en una casa destartalada a través de cuyas grietas empieza a rezumar un sumidero de putrefacción, de aguas estancadas que los van encharcando, asfixiados por el calor pegajoso de unos días de verano».
El Eugene O’Neill de «Largo viaje hacia la noche», el Chéjov de «Tres hermanas» e, incluso, según palabras de García Montero, el Lorca de «La casa de Bernarda Alba» planean sobre «Agosto», presentada como una «tragicomedia» y que va a convertirse, coinciden todos los responsables del montaje, en uno de los grandes clásicos del teatro del siglo XXI. Lo que nace como una aparente tragicomedia de situación va emponzoñándose hasta convertir el ambiente de la casa en algo irrespirable. «Hay tanta verdad, tanta carne en los personajes que no pueden ser inventados», dice Vera. No hay constancia de que haya en la obra elementos autobiográficos, pero, añade el director, «es imposible que Letts se haya inventado a los personajes. Está claro que los conoce perfectamente». Y son las mujeres las que llevan el peso de la función en «Agosto». «Es un retrato de mujeres absolutamente distintas», dice Gerardo Vera.
«Es una función magnífica —añade Carmen Machi— escrita para actores. Tracy Letts entiende nuestro código y profundiza en el alma femenina de una manera asombrosa a través de unos personajes perfectamente reconocibles». Carmen (Barbara) es una de las tres hijas de Violet (Amparo Baró). Alicia Borrachero (Ivy) y Clara Sanchís (Karen) son sus hermanas. «Es una obra —dice la primera— que no se acaba nunca, en la que siempre hay rincones por descubrir; y es una función en la que hay mucho dolor que viene del amor… Hay enfermedad del alma». «No sabes si tomarte a los personajes en serio o en broma, están llenos de capas y de agujeros». Y apostilla Machi: «No hay nada superficial en la función, puede ser un drama terrible y una comedia desternillante».