El plan del buen banco malo
Crear un banco malo que aglutine activos tóxicos y desinfecte entidades, una de las soluciones para el sector

Lo que le pasa a la banca ocurre al caer la noche en cualquier hogar: que nadie quiere sacar la basura. David Roche, ex Morgan Stanley, lo explicaba de forma meridiana tras el festín del dinero fácil: «Desesperados por preservar el valor de unos activos inflados por esta enorme burbuja de liquidez, los políticos han rechazado la solución dolorosa. Las inyecciones de liquidez, los planes de rescate, la garantía de los depósitos y los paquetes de estímulo fiscal intentan sostener los precios de esos activos, cuando lo que hace falta es que caigan hasta su valor real para que puedan ser limpiados», escribía en 2009 en The Wall Street Journal. A pesar de las reformas y las ayudas hechas hasta ahora, en la caja fuerte de bancos y cajas españoles se pudren a día de hoy 176.000 millones de euros en activos tóxicos ligados al ladrillo. Quizá por eso banqueros, economistas y empresarios del país urgen ahora al futuro Gobierno, como pedía Roche en su artículo, a crear un banco malo que desinfecte el sistema financiero. La pregunta es si supone socializar esas pérdidas o el Estado, al contrario, podría ganar dinero.
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El Estado compraría a las entidades esos activos deteriorados, sobre todo procedentes del sector inmobiliario. Ahora no hay quien los compre, y por eso su precio en el mercado es muy bajo o incluso cero. Pero en las cuentas de la banca están todavía valorados como en los mejores años de bonanza. Al sacarse ese peso de encima, bancos y cajas reducirían sus necesidades de financiación y podrían reabrir el grifo del crédito.
¿Quién y cómo lo financia?
El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha pedido que no se descarte «ninguna herramienta» a la hora de profundizar en el saneamiento bancario. El Partido Popular ya manifestó su intención de aflorar esas pérdidas. « Facilitaremos la gestión activa del patrimonio dañado de las entidades financieras que lo precisen», decía su programa electoral. Pero en el seno de esta formación causa recelo el hecho de que sean los ciudadanos quienes paguen la factura.
Los países europeos han repartido en dos años 1,6 billones en ayudas a sus bancos, según la Comisión Europea. Los españoles ya han recibido 146.000 millones.
El banco malo, que puede constituirse como un fondo o una sociedad, podría recibir aportaciones de las propias entidades. Si no cuenta con inversión privada, sería el Estado el que asumiría el precio total de la adquisición emitiendo deuda pública en nombre del propio banco malo y con la garantía del Estado. Esto requeriría la autorización de Bruselas, por tratarse de una ayuda pública. Y la Comisión ya ha dicho que en ese caso los activos deben valorarse a precios de mercado para que el Estado pueda recuperar la inversión.
«Tiene que ser alguien con gran capacidad de inversión, como el Estado, que compre a precios bajos y tenga pulmón suficiente para esperar a que esos activos se revaloricen y los pueda vender. El contribuyente obtiene dos ventajas: una plusvalía esperada porque el Estado compraría barato y vendería más caro , y una reactivación del crédito y de la economía», explicaba en una entrevista a este diario el consejero delegado de Novagalicia Banco, César González-Bueno.
«Son los detalles lo que importa», dice Antonio Romero, director del área asociativa de CECA. Y enumera: cómo se financia, qué activos compra y qué destino se les da, entre otros. De eso, dicen los economistas, depende su éxito. De si se hace un buen banco malo o un mal banco malo. De si es una ayuda a fondo perdido o de si se obliga a las entidades a amortizar esos activos y sanear sus cuentas. La que no pueda, sería nacionalizada o liquidada. Lo peligroso, coinciden en el sector, es crear entidades «zombies».
El ejemplo escandinavo
Irlanda creó la Agencia Nacional de Gestión de Activos (NAMA), que en febrero de 2010 empezó a comprar activos de cinco entidades por 71.000 millones. La deuda pública del país se disparó por encima del 75% del PIB y en noviembre de ese año Dublín tuvo que aceptar el rescate de la UE y el FMI. «Fue muy condicionante», recordó el viernes la vicepresidenta, Elena Salgado. Finlandia, Noruega y Suecia afrontaron su crisis bancaria de los años 90 con esta fórmula y les salió bien . Los países escandinavos crearon un banco malo por entidad, y no uno común como Irlanda.
Es la estrategia de Alemania, que en 2009 dio luz verde a la constitución de bancos malos por parte de sus entidades. WestLB y Hypo Real Estate crearon los suyos con más de 200.000 millones en activos tóxicos. Commerzbank estudia hacerlo ahora. En España, y de forma voluntaria, lo han hecho varias entidades. Bankia puso unos 50.000 millones en activos nocivos en BFA. Novagalicia Banco, con 11.150 millones en el sector inmobiliario, acaba de crear la Unidad de Gestión de Activos Sigulares.
«Ayuda a clarificar los balances, a reconocer lo que se tiene», dice el presidente de Liberbank, Manuel Menéndez, quien cree que si sirve para calmar a los mercados la creción de un banco malo «es positiva».
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