José Lladó: «España volverá a respirar enseguida»
A los 77 años, el ex ministro de Suárez celebra su Medalla al Mérito en el Comercio al frente de una multinacional en expansión de 5.000 trabajadores, que este año exportará el 98% de su producción a los cinco continentes. Y no utiliza ordenador
José Lladó se compra un cuadro cada vez que abandona un cargo. Basta repasar los 97 hitos incluidos en su currículum para hacerse idea de las importantes dimensiones de su colección de arte contemporáneo. El premio extraordinario con el que en 1956 se doctoró en Químicas inauguró una prolífica biografía que hoy incluye, por ejemplo, haber sido ministro de Comercio y de Transportes con Suárez, embajador de España en EE.UU., presidente ejecutivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC y del Comité Hispano-Francés de Cooperación Industrial, asesor internacional de la American University, consejero del BBVA y Acerinox o vicepresidente del Círculo de Empresarios.
Añádase a este extracto la fundación hace medio siglo de Técnicas Reunidas, la quinta empresa mundial de ingeniería en el sector petróleo, que este año, con la economía española en crecimiento cero, espera alcanzar la cifra de cartera de 5.700 millones de euros y exportar el 98% de su facturación . Cotizada en el Ibex-35, ha ejecutado en la última década 24 plantas de crudo y gas, 21 de producción energética, 20 de refino y 4 petroquímicas.
Está claro que energía no le falta al también presidente del jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Ni chispa. A sus 77 años, casado y padre de cinco hijos, sigue «disfrutando» en la presidencia de una compañía que da trabajo a cinco mil «tíos estupendos» y opera en los cinco continentes. Y Lladó lo hace sin usar ordenador, desafiando a la crisis y con un nuevo epígrafe en su currículum, el 98: la Medalla al Mérito en el Comercio, votada por funcionarios de este ministerio.
—No le faltan méritos. Pocas empresas españolas exportarán un 98%.
—Desde que nació, la compañía ha tenido esa vocación permanente: ser capaces de competir y ser tan buenos como el mejor de fuera. En el año noventa, ya estábamos en más de treinta países.
—Pero España arrastra fama de lo contrario, de ser poco competitiva.
—Pues no. Nosotros demostramos que eso no es verdad. Somos absolutamente competitivos. Los ingenieros españoles son de primerísima categoría.
—¿No serán ustedes una excepción?
—No somos una excepción. Somos una vocación y una voluntad. Ahora el mundo es muy pequeñito, estás muy cerca de todos lados. Y se dice que nuestra educación es mala, pero en absoluto. El profesional de este país es tan buenos como el alemán o el inglés. El sistema será mejorable, pero no peor.
—¿La marca «España» perjudica en este momento?
—No, no, eso es lo que se dice todos los días en la política, pero no. La marca «España» no perjudica. A lo largo de los últimos treinta años ha logrado una reputación importante y muchas empresas tienen una posición destacada en el mundo. España va a tener éxito con gente joven y muy preparada.
—¿Tenemos los políticos adecuados?
—Hemos vivido un rato con un desorden muy grande... No sabían muy bien lo que querían... Y cuando el jefe no sabe muy bien lo que quiere...
—¿Han necesitado hacer recortes?
—No hemos reducido porque hemos encontrado trabajo fuera. Curiosamente, hemos crecido estos últimos años.
—¿Cuáles son las claves para ganar ese prestigio internacional: para estar en China, Taiwán, Indonesia, Bielorrusia, Irán, Chile, Australia...?
—Intentar hacer las cosas bien e interpretar lo que quiere quien te hace el encargo. Además, tenemos mucha vocación cultural, un vehículo muy importante para entenderse. Saber qué les ha gustado y gusta a los otros te permite sentarte en una mesa y estar en concordancia con el cliente. Dar confianza es clave ante grandes inversiones.
—¿El reciente hallazgo petrolífero de Repsol en Argentina puede beneficiar a Técnicas Reunidas?
—Naturalmente. Con Repsol nos entendemos muy bien, hemos hecho muchas cosas muy grandes.
—Como ministro de Suárez, supo hacer frente con aplaudida habilidad a intensas movilizaciones en la calle. ¿Qué haría ahora frente a la crisis si volviera a estar en el Gobierno?
—Intentar ordenarnos un poquito, lo primero. Echar las cuentas bien, tan tonto como eso. Gastar no más de lo que ingresas, no creernos más ricos de lo que somos, tener imaginación para invertir y ahorrar. Y poco más.
—¿Cuánto tiempo se puede sostener una tasa de paro del 21%?
—Eso es un problema horrible. Pero creo que vamos a salir muy deprisa, vamos a volver a respirar enseguida. En cuanto se vea que hay alguien ordenado, volverá a haber ilusión. Este país es emprendedor, y está muy bien.
—En estos tiempos, ¿es un buen negocio el arte, su otra gran pasión?
—Hay quien ha hecho fortuna, pero la gente como yo no debe comprar porque pueda ser negocio. Si lo haces, te equivocas casi siempre. Como negocio, el arte es complicadísimo.
—Preside la comisión que falla el Príncipe de Asturias de las Artes.
—Llevo un montón de años, como veinte, así que el día menos pensado me quitan... Es un lujo enorme. Mucha responsabilidad, pero muy bonito.
—¿Cuál es su cuadro preferido de toda la historia del arte español?
—(Medita) Un maravilloso Cristo de Juan de Flandes que tiene el Prado.
—A los 77 años, ¿piensa en el retiro?
—Aún tengo un montón de cosas que hacer, muchísimas...
—No veo ordenador en su despacho.
—No tengo, pero sí una secretaria fantástica. Ni tengo ordenador ni me sé las calles de Madrid, porque he tenido chófer desde muy joven para poder hacer más cosas. Mi mujer dice que soy muy zoquete, pero si no tuviera algún defecto se aburriría, ja, ja.
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