Festín «ochentero» con ETA en el menú
El PSOE regresó a los ochenta con un mitin en el que se arrogó el fin de ETA y en el que González y Guerra restaron todo el protagonismo a Rubalcaba
¡Al Álamo, al Álamo!, gritan desde hace 175 años los últimos infantes cuando se repliegan, a la desesperada, acosados por un ejército rival y convierten el lugar elegido en el santuario de su resistencia, en la última plaza rendida. Reagrupamiento de fuerzas, acopio de víveres y que sea lo que Dios quiera.
En este 20-N el Álamo es Sevilla, la única circunscripción de Andalucía (y una de los pocas de España) en la que las encuestas todavía dan una victoria, aunque mínima, al PSOE sobre el PP. Ayer los socialistas montaron su numancia en el velódromo de Dos Hermanas, donde se vivió un perfecto regreso al pasado con una convención de viejos generales que acudían al rescate de un ex oficial suyo encumbrado dos décadas después a comandante en jefe de las tropas progresistas y de los sufragios que quedan.
Tres lustros hacía que Felipe González y Alfonso Guerra, que llevan veinte años sin apenas hablarse, no coincidían en un mitin. Y en este déjà vu de Despeñaperros para abajo ambos se emplearon a fondo, con la misma entrega con la que Los Panchos regresan a estos tiempos con «Todoboleromix», por ejemplo. Tras bajarse de una enorme flota de autobuses alquilados, el público, que llenó el Álamo en visita guiada, lo pasó en grande con la reedición de estos grandes éxitos. Ataques a la banca, a los obispos, a los ricos, a la derecha... Todo tan entretenido, tan de revival , que llegaron a anular al cabeza de cartel y su mensaje, miniaturizado en el que será el acto más multitudinario de estos quince días. El detalle da pistas de que al rubalcabismo le va a costar abrirse camino como doctrina de seguimiento y adhesión entre la militancia.
El mitin sevillano habría de representar, al tiempo, el sepelio definitivo del zapaterismo como banderín de enganche de votos, si no fuera porque una de las principales figuras de este movimiento político no es otro que el propio candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, que consintió que ayer se dispensara un entierro de tercera al optimismo antropológico y al resto de la doctrina.
Pasaba por allí
Ni una referencia, ni un leve o cortés recuerdo, nada; paladas de tierra y silencios clamorosos en ese triste camposanto que es el olvido. ¿Zapatero?, dice usted. No ha existido. Rubalcaba sigue haciendo notables esfuerzos por aparentar que en estos años de Gobierno socialista —del que ha sido jefe parlamentario, ministro, vicepresidente, portavoz y motor político hasta su último y ronco estertor— él sólo pasaba por allí. Con el de hoy, tres días y aún no ha aparecido Zapatero por el palenque electoral . Al parecer, mañana debuta en Vitoria.
Y el lugar elegido no parece casual, porque en estas primeras zancadas de campaña el mensaje fuerza del partido de Ferraz se centra en convencer a los votantes de que Rubalcaba ha terminado con ETA. Ni la Guardia Civil, ni la Policía, ni los agentes del CNI, ni la colaboración internacional, ni las condenas en los tribunales, ni el coraje de la sociedad, ni la ejemplar lección de las víctimas…
No, según el ex vicepresidente Guerra, el PSOE y, muy particularmente su candidato, «ha acabado con el terrorismo en España». González fue casi tan lejos, acusó al PP de querer evitar el comunicado de los encapuchados y remató la faena asegurando que a él «nunca se me podía haber ocurrido llamar a los criminales de ETA Movimiento de Liberación Vasca», otro clásico del devocionario de frases de Ferraz. Puede que eso no se le pasara por la cabeza, pero lo cierto es que en este asunto a González se le ocurrieron otras cosas que dieron mucho más que hablar.
Desde Ferraz se había sugerido que el terrorismo no iba a ser materia discursiva ni arma arrojadiza de aquí al 20-N. Palabras. Llevamos dos días y los socialistas no dejan de ponerle medallas a Rubalcaba como «príncipe de la paz», como Godoy.
Una lista «con futuro»
En el PP siguen sin fiarse de las encuestas, aunque desde Leganés se miró hacia Dos Hermanas sin demasiada preocupación. Pirotecnia para celebrar «el regreso del PSOE al siglo XX», aseguraron. La agenda llevó a Mariano Rajoy a ese municipio madrileño. Y el candidato parece dispuesto a dar una noticia en cada mitin. O casi. Ayer vaticinó «mucho futuro político» a quienes le acompañan en los cinco primeros puestos de la lista por Madrid. A saber: Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato, Alberto Ruiz-Gallardón y Miguel Arias Cañete. Inmediatamente, todo el mundo intuyó que buena parte del grupo estará en su equipo de Gobierno, como ministros. Es la manera que el político gallego tiene de anunciar las cosas; su cuaderno azul es un suduku de endiablada dificultad para todos.
Al contrario que el partido de Ferraz, los populares van a explotar al máximo el pasado reciente de Pérez Rubalcaba, al que piden explicaciones por «habernos llevado a esta situación de vergüenza» . Tanto que un pegadizo tema titulado «Alfredo no te creo» —de un grupo popero de Alicante que se anuncia como Sin Pauxa— ha abatido al «parán, parán, parabarapanpan», sin letra, que ha servido de melodía del partido desde su refundación y atormentado a los que seguían día a día la caravana electoral.
Ocurrió esto en Leganés, un Álamo socialista que no había conocido otra cosa que gobiernos del PSOE desde hace treinta años y que fue finalmente rendido el pasado mayo. Ahora gobierna allí el PP.
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