Pánico en la habitación 810
La Policía Nacional detiene a un hombre que el sábado de madrugada intentó estrangular por celos a su ex pareja en La Paz
29 de octubre. Tres de la madrugada. Planta de Nefrología del Hospital de La Paz. Habitación 810. Dentro, duermen dos pacientes. Todo está a oscuras. Una cortina separa la visión a la una de la otra. Se abre la puerta. No es ningún médico ni ninguna enfermera. El intruso entra sigilosamente y echa las manos al cuello a la mujer que está más pegada a la puerta. Intenta estrangularla. La misma, Isabel Alexandra M. T., de nacionalidad ecuatoriana y de 39 años, despierta y alcanza el interruptor de aviso al personal sanitario. La escasa luz que entra en el cuarto le permite comprobar que quien intenta acabar con su vida es su ex pareja. Su compañera de cuarto corre la cortina y grita para ahuyentar al extraño , Ángel Alfaro A. O., también ecuatoriano y de 45 años. El mismo sale corriendo. El pánico cundió en la planta de enfermos del riñón, según fuentes del hospital.
El personal de La Paz dio el aviso a la Policía Nacional. Los agentes entrevistaron a todo aquel susceptible de haberse topado con el presunto agresor. Isabel aportó todos los datos posibles, incluido su teléfono móvil, algo que permitió su pronta detención, según apuntan fuentes policiales. A la mañana siguiente, la Policía montó un dispositivo para su arresto en las inmediaciones del domicilio de Ángel y otro fijo en el hospital, para custodiar a la paciente después de que el agresor volviera a personarse en la habitación de Isabel por la mañana. En esa ocasión, para entregarle una carta pidiéndole perdón por lo sucedido y un teléfono móvil que le había robado la noche anterior.
Sin antecedentes
Agentes de la comisaría de Fuencarral-El Pardo detuvieron rápidamente a Ángel el sábado por la tarde en las inmediaciones de su domicilio, ubicado cerca del centro comercial La Vaguada. No contaba con antecedentes policiales ni orden de alejamiento.
Isabel, que fue trasplantada de riñón el año pasado, enfermó el pasado miércoles e ingresó en la planta 8. Ángel, con quien mantuvo una relación durante ocho años, se enteró de su ingreso y la fue a visitar el viernes a las siete de la tarde, ocho horas antes de que intentara matarla. « Habíamos roto hacía un año. Dio la casualidad de que me llamó por teléfono y se lo conté . Me dijo que quería venir para ver qué tal estaba. Estuvimos muy bien, incluso dio dinero a mis hijos, pero después de que mi actual pareja me llamase por teléfono se enojó. Me echó en cara que tenía esperanzas de volver conmigo. Yo le contesté que eso era imposible, que lo nuestro había terminado hacía un año. Se enfadó muchísimo y se fue», explica Isabel desde la habitación del hospital. Antes de que se fuera, le arrebató a la enferma el móvil. «Quería conseguir el número de mi novio», añade.
Pasadas varias horas, «Ángel volvió a llamarme. Estaba borracho. Me llamó de todo». Nada hacía sospechar a Isabel que de madrugada la volvería a visitar. «Nunca me pegó durante la relación, pero hace cuatro meses intentó estrangularme al verme con mi pareja por la calle. En esa ocasión sí me hizo daño», expresa la afectada. El sábado no se redactó parte de lesiones. Pese a todo, trata de justificarle diciendo que es «una buena persona. Todo fue por celos y porque estaba bebido». Aun así, asegura que no le retirará la denuncia, para que quede constancia de lo sucedido.
Esta mujer no pegó ojo en la noche de la agresión. «No me esperaba que volviera a presentarse por la mañana. Me fue a entregar una carta en la que me pedía perdón por lo ocurrido. Se justificaba con que estaba borracho . Me negué a cogérsela y me tiró el teléfono móvil que se había llevado. Entonces entró mi hijo y le preguntó qué hacía aquí, y salió corriendo», recuerda Isabel.
Miedo en el cuerpo
El susto no se le quita del cuerpo y teme encontrárselo en la calle por si vuelve a sufrir otro arrebato de celos. Eso sí, gracias a la rápida actuación policial, este maltratador fue puesto a disposición judicial. Llama la atención que en un hospital tan blindado como La Paz, donde sólo pueden acceder a las habitaciones personas que cuenten con una tarjeta de visita o carné de donante, este individuo consiguiera adentrarse de noche. Este nuevo suceso, lejos de la gravedad del caso «Leónidas», vuelve a cuestionar la seguridad en los hospitales.
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