La crisis económica ya tiene quien le escriba
Petros Márkaris (novela negra) y Justin Cartwrith (satírica) abren fuego literario
Números y letras de la Gran Depresión. Grecia, de Eros a Tanathos. Veinticinco por ciento de griegos por debajo del índice de pobreza. Otro veinticinco en paro. El crecimiento económico es un cinco por ciento negativo y la venta de coches ha caído el treinta por ciento. Los cheques sin fondos suman dos mil millones de euros. Los griegos sacan sus ahorros del banco por temor a reeditar el «corralito» argentino. Manifestaciones en la ateniense plaza Sintagma: funcionarios, jubilados, sin techo... Petros Márkaris (Estambul, 1937) estudió Económicas y sabe de números. Su comisario, Kostas Jaritos, se las ha tenido con los poderes financieros en más de una ocasión y ahora investiga «Con el agua al cuello» (Tusquets) . Premio Carvalho, Márkaris acaba de llegar de Atenas y nos cuenta de qué va la tragedia: «La gente está furiosa. Si en las tragedias clásicas clamaba contra los dioses, ahora dirige su ira contra el sistema político griego y europeo».
Desde el asesinato de Olof Palme, la novela negra europea vuelve a brillar en la denuncia social. Jaritos investiga el asesinato de dos banqueros. El uno blanqueaba dinero en Liechstenstein, Chipre y las Caimán; el otro jugueteaba con los «hedge founds». El comisario atraviesa el paisaje hostil de un país «Con el agua al cuello», novela que suena a crónica: «¡Cobro una pensión de 400 euros al mes!», protesta un jubilado. Jaritos quería un coche grande, pero ahora conduce un Seat Ibiza. Sus hijos no pueden invitar a toda la familia porque no tienen sillas para todos. Se acabaron las vacas gordas. No eran gordas, sino hinchadas con un dinero que no era real como la contabilidad que Grecia enviaba a la UE. Un maratón de atletas dopados: «Porque el dinero es dulce, señor comisario, igual que las medallas. La diferencia es que con el dopaje sólo te destruyes a ti mismo. Con los “hedge founds”, se destruyen muchas personas que no tienen ninguna culpa y que nunca han obtenido ningún beneficio…»
En los centros comerciales, explica Márkaris, «una de cada dos tiendas permanece cerrada». En los supermercados, la crisis se revela más cruel: «Hace dos años veías a los clientes con un carro repleto y ahora van con una cesta con lo estrictamente necesario». Dos banqueros asesinados, un comisario que no sabe si perseguir al asesino o felicitarlo. En su próxima novela se advierte que la historia «no debería tomarse como un ejemplo». El toque de queda de la ruina resuena cada noche a las ocho: «A esa hora no ves nadie por las calles», observa Márkaris: «Es el momento de cambiar a Epicuro por Sócrates». ¿Incluirán la cicuta? Hasta ahora, la bibliografía sobre la crisis se ha limitado a documentales y películas de denuncia —«Inside Job», «Deutocracia»...— y al ensayo económico. Como en el crack del 29, emerge en 2011 la literatura del desastre financiero. Justin Cartwright pega la hebra con banqueros de la City y escribe «El dinero de los demás» (Ático de los Libros), novela satírica: los tejemanejes de un banco privado que engaña a los reguladores, desvía fondos y manipula balances.
Dinero manoseado
La toponimia del robo masivo se despliega por paraísos fiscales. «Ahora el dinero se ingresará en varias cuentas bancarias, dos en las islas Turcas y Caicos, dos en Suiza y una en la isla de Man, antes de alcanzar, bajo distintos disfraces, la cuenta de reservas contables del banco, donde no se analizarán hasta que se publiquen los balances financieros del banco, dentro de once meses. Mientras, los auditores se limitarán a tomar los activos por su valor nominal en el informe interno. Las agencias de calificación recibirán información confidencial por los canales habituales tan pronto como sea posible, sobre la saludable entrada de depósitos…» Así, más o menos, han manoseado nuestro dinero y así nos va . Huelga decir que los banqueros que detallaron sus idas y venidas a Cartwright rehusaron aparecer en el capítulo de agradecimientos.
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