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Dimite el ministro de Defensa británico por una peligrosa amistad

Liam Fox presenta su renuncia tras ser acusado de favorecer a un viejo amigo, que se hacía pasar por su «asesor» y hombre de plena confianza

Dimite el ministro de Defensa británico por una peligrosa amistad

BORJA BERGARECHE

El escándalo en torno a la mezcla de vida privada y pública del ministro de Defensa británico, Liam Fox, crecía tan rápido que el país no ha tenido ni tiempo de fijarse en que la batalla de Libia está ganada. Una victoria bélica que siempre cabría atribuir, en parte, al ministro que la dirigió. Pero, esta vez, no habrá medalla para Fox. El titular de Defensa del Gobierno de David Cameron presentó ayer su dimisión por las graves sospechas de que habría tolerado que un amigo personal saque provecho de su cercanía al ministro. En su declaración, Fox reconoce «haber permitido de forma errónea que se diluyera la distinción entre mis intereses personales y mis actividades en el gobierno», y reitera que «siempre he dicho que el interés nacional debe estar antes que el personal».

En su carta de respuesta, Cameron dice «comprender» sus razones, pero lamenta su marcha tras el «estupendo trabajado en los 17 meses desde la llegada al Gobierno». Los dos políticos conservadores se enfrentaron en 2005 por el liderazgo «tory», y Fox seguía siendo uno de los preferidos del ala más a la derecha del partido, que ha presionado fuertemente a Cameron estos días para que defendiera a su ministro bajo el fuego. La dimisión de Fox libera al «premier», según coinciden los analistas, de una compleja crisis política que le atrapaba entre la derecha de su partido y la oposición laborista.

A lo James Bond

Las dimensiones del escándalo eran colosales, y crecían cada día. Hace una semana, la prensa británica comenzó a publicar detalles del estilo de vida a lo James Bond que vivía un viejo amigo de Fox, Adam Werritty, a costa de explotar su cercanía al ministro. Werritty utilizaba varias tarjetas de visita en las que se presentaba como «asesor» de Fox, cuando no tenía ningún vínculo profesional, ni con el ministro, ni con el departamento de Defensa. Esta semana, Fox tuvo que reconocer que los dos se habían visto 40 veces desde su llegada al cargo en mayo de 2010: 22 veces en el propio ministerio, y 18 en viajes en el extranjero. A menudo, en Dubai, en Washington o en Sri Lanka, Werritty organizaba o participaba en reuniones del ministro con personalidades o empresarios en las que todo el mundo daba por hecho su condición formal de miembro del gabinete de Fox. Antes de la llegada al cargo de Fox, cuando era el portavoz de Defensa del partido «tory», los dos hombres parecían mantener una diplomacia paralela en países calientes como Irán, y una sólida red de contactos y actividades con los sectores más conservadores del «establishment» en la presidencia de George W. Bush.

Pero Werritty solo era un viejo amigo, 16 años menor que él. Los dos hombres se conocieron a finales de 1998, en la universidad de Edimburgo. El falso asesor fue el padrino del novio en su boda en 2005 con Jesme Beird, novia de Fox desde hacía tiempo. Y, además, era la ventanilla que había que tocar para acercarse al ministro. Un rol lucrativo, según publicaba ayer «The Times», a tenor de los 170.000 euros ingresados en una cuenta de Werritty por G3, una empresa de inteligencia privada con fuertes intereses en Sri Lanka, por un inversor inmobiliario de Las Vegas conocido por su «lobby» a favor de Israel, y un conocido financiero británico. Estos fondos, «donados» a una entidad sin ánimo de lucro creada por el amigo de Fox, sirvieron para pagar carísimas estancias de hotel y viajes de avión por todo el mundo.

Noche de farra

La mezcla de asuntos de Estado, tráfico de influencias y placer queda reflejada en la despedida de soltero que Fox y Werritty organizaron en un hotel de lujo de Dubái para el capitán Luke Coffey, asesor militar del ministro. La delegación se encontraba allí en viaje oficial. Y, según publicó ayer «The Guardian», estuvieron bebiendo hasta las 3 de la mañana en la terraza del hotel. En el pliego de acusaciones contra Fox destaca también su decisión de crear un puesto nuevo en su gabinete para el teniente coronel Graham Livesey, un oficial al que conoció en una visita al contingente británico en Afganistán. Fox creó el puesto ante la negativa del Alto Mando militar de aceptar a Livesey como asesor del ministro, al no considerarle capacitado. Tanto Livesey como Werritty figuran entre los acompañantes del ministro en unas vacaciones en España el pasado agosto.

Fox se enfrentó esta semana a insinuaciones sobre su presunta homosexualidad cuando el tabloide «The Sun» resucitó un incidente ocurrido en abril del año pasado, en plena campaña electoral previa a la victoria de David Cameron. Entonces, el domicilio de Fox fue asaltado por un grupo de ladrones que robó un ordenador portátil, un móvil y las llaves de su Skoda. Su mujer estaba en Hong Kong, atrapada por la nube tóxica. Y, al parecer, el partido conservador intentó ocultar que aquella noche había otro hombre en su domicilio. «Como conté a la policía entonces, un amigo se quedó en la habitación de invitados. En aras de la claridad, no era Adam Werritty», aclaró Liam Fox el miércoles. En sustitución de Fox ha sido nombrado Philip Hammond, un tecnócrata sin escándalos conocidos, que hasta ahora ejercía como ministro de Transportes

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