ATLETISMO
Madre a la carrera
Una atleta norteamericana embarazada de 39 semanas da a luz después de cruzar la meta del maratón de Chicago
Amber Miller ya es historia del maratón de Chicago . Al contrario de lo que se pudiera pensar, su aparición en las portadas y las entrevistas concedidas no han sido fruto de una marca estratosférica ni de un nuevo récord. Al contrario, esta joven atleta cubrió los 42,195 kilómetros en 6 horas y 25 minutos, una interminable carrera, la más larga de su vida, que terminó en un hospital... para dar a luz . Solo horas después de cruzar la línea de meta obtenía el mejor premio: veía nacer a su hija June.
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Para la mayoría de los mortales, la decisión de Amber Miller, de 27 años, de participar en un maratón estando embarazada de 39 semanas sería una auténtica locura. Para ella fue solo una carrera más. A pesar de que la llegada de su segundo hija era inminente, las molestias y contracciones en los días previos no fueron obstáculo y en ningún momento se le pasó por la cabeza desistir de la idea de participar en una prueba para la que llevaba meses entrenándose. Los médicos tampoco se lo impidieron, solo le recomendaron que corriera la mitad del trayecto y la otra la hiciera caminando. «Ya tenía la inscripción pagada», afirmó con humor al Chicago Tribune con su hija en brazos para justificar una aventura que no se pensó dos veces.
Andar y correr
La atleta tenía experiencia porque durante su primer embarazo ya había completado otros maratones, aunque ninguno a punto de dar a luz. El del domingo era el octavo de su vida . Ese día tomó la salida en compañía de su marido Joe y decidió seguir el consejo que le habían dado sus médicos. Alternaron tres kilómetros de carrera con otros tantos andando hasta que llegaron a la meta después de 6 horas y 25 minutos pisando el asfalto de las calles de Chicago . «Sin haber entrenado para esto, él se quedó un poco atrás. Pero Joe estaba ahí, conmigo», recuerda desde su habitación en el Hospital Central Dupage con sonrisa pícara cuando explica cómo fue la carrera.
Entre atletas de cuerpos estilizados en los que no sobraba ni un gramo de grasa, la figura pelirroja de Amber no pasaba inadvertida. Su barriga de embarazada llamaba poderosamente la atención del resto de maratonianos y del público que se agolpaba en las calles: «Fue muy divertido. Todo el mundo me miraba y no dejaba de hacer comentarios» . Durante la carrera ya notó pequeñas molestias, «las mismas que toda mujer siente cuando se acerca el parto», pero ella no les dio la menor importancia al pensar que eran consecuencia del esfuerzo.
Comienza el sprint
Exhausta después de seis horas en busca de un cartel que nunca llegaba, levantó los brazos con rabia cuando cruzó la meta. Como si se hubiera colgado del cuello un oro olímpico. No había medalla, solo una gran satisfacción personal.
Aunque no había premio, la ocasión merecía una modesta celebración y la pareja decidió marcharse a un restaurante a comer para reponer fuerzas. Poco después comenzaba otra carrera, en esta ocasión un sprint a toda velocidad. Antes de empezar la comida empezaba a sentir unas contracciones que con el paso de los minutos se fueron haciendo mucho más regulares. «Fue entonces cuando me di cuenta de que la llegada de June estaba muy próxima» , afirma la feliz mamá.
Con la comida caliente aún en el plato, no había tiempo que perder. Joe no daba crédito. Con los músculos agarrotados por el esfuerzo, se levantó y no perdió ni un segundo para trasladar a su «heroica mujer» hasta el hospital. Hora y media antes de que amaneciera el lunes, Amber daba a luz a su segunda hija: «fue el día más largo de mi vida» .
Aunque el parto se desarrolló sin ninguna complicación, la mamá guarda aún reposo en una cama del Hospital Central Dupage. Tanto ella como su hija se encuentran bien de salud.
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