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EL CEREBRO RECHAZA LO NEGATIVO

El exceso de optimismo, una disfunción cerebral

N. RAMÍREZ DE CASTRO

Ver siempre el vaso medio lleno o medio vacío no es solo una cuestión de actitud. Investigadores del University College de Londres han demostrado que el optimismo y el pesimismo posee una base biológica. Los eternos optimistas, los que suelen ver el mundo de color de rosa, lo hacen porque su cerebro prefiere seleccionar solo la información que refuerza sus pensamientos positivos. Y lo hacen por una disfunción en los lóbulos centrales, según se publica en «Nature Neuroscience».

Ese «fallo» que nos vuelve optimistas impenitentes se ha visto en un experimento con 19 voluntarios a los que se sometió a resonancias magnéticas cerebrales. Durante la prueba se les presentó ocho situaciones dramáticas que podían experimentar. Por ejemplo, se les preguntaba por la posibilidad de que les ocurriera en el futuro un accidente, se divorciaran o les diagnosticaran en el futuro un cáncer o párkinson. Si pensaban que era del 30, el 40 o el 50%... Luego se les informaba lo que realmente decía la estadística. Después de las sesiones de escáner se les volvió a preguntar por la probabilidad de que les ocurriera y rellenaron un cuestionario para medir su optimismo.

Todos los participantes incrementaron la actividad de los lóbulos frontales del cerebro cuando la estadística era mejor de lo esperada. El 80% fue optimista, incluso cuando no tenían razones para serlo. Los científicos dicen que el cerebro prefiere rechazar los pensamientos negativos y huir de la realidad.

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