Suplemento empresa
Libia, un desierto de empresas
Comienza el regreso de las firmas extranjeras al país. Compañías españolas como Repsol, Gas Natural o Sacyr ultiman su retorno a Libia, después de meses sin operar
El desembarco de Libia no ha hecho más que comenzar. Después de meses de guerra y con una actividad económica reducida a cero, las empresas extranjeras presentes en el país que tuvieron que abandonar de forma precipitada sus instalaciones en febrero ultiman su regreso. Quieren retomar sus actividades y saben que el momento está cerca. Los movimientos entre representantes empresariales y diplomáticos están en su punto álgido. Los chicos han vuelto a casa.
La veda está abierta para volver a iniciar negocios. La semana pasada, la Unión Europea anunció el fin del embargo sobre los activos de la Compañía Nacional de Petróleo y la Zuetina Oil Company, lo que las habilita para volver a actuar. En julio, en una visita a Madrid, el primer ministro del Consejo Nacional de Transición (CNT) Mahmud Yibril, ya invitó a las empresas extranjeras a volver a Libia.
«Los contratos en los campos petroleros son totalmente intocables», aseguró Ahmed Jehani, alto representante del Gobierno libio a Reuters en agosto. El pasado lunes, la petrolera italiana Eni reanudó el bombeo en 15 pozos después de cerrar su retorno al país en una reunión entre Yibril y Silvio Berlusconi hace un mes.
Y los intereses nacionales en Libia no son una excepción en este panorama. Empresas españolas cerraron cuantiosos contratos durante la época de Gadafi que permanecen en el limbo, sin saber si serán refrendados por el nuevo Gobierno. De acuerdo al Consejo Superior de Cámaras de Comercio, España tenía en Libia unos 3.000 millones de euros en proyectos de infraestructuras y de tecnología. Un dinero que permanece en el terreno de la incertidumbre, sin saber cuál será su salida.
Preparando la vuelta
Las negociaciones para la vuelta de las empresas españolas están en proceso. La Oficina Comercial nacional en Libia ya está operativa, si bien a día de hoy sólo admite consultas. Según las últimas noticias, parece que en la reconstrucción del país participarán constructoras españolas. Desde el 15 de septiembre, España vuelve a contar con embajador en Trípoli con el nombramiento de José Riera. Según la representación española en Trípoli se asegura que su consejero comercial, José Antonio Vázquez-Rosso, mantendrá el 14 de octubre una reunión con las empresas españolas presentes en Libia para planificar la vuelta al país.
De momento, el principal problema que están teniendo las autoridades españolas en Trípoli es la falta de un interlocutor libio con el que hablar. «Aún no se ha tomado el control sobre la totalidad del país y hasta entonces, no se podrá formar un gobierno», indican desde la Oficina Comercial.
Aunque de manera aparente España y Libia no son grandes socios comerciales —según datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, entre 1993 y marzo de 2011 las inversiones de nuestro país en la región fueron de 13,49 millones de euros— la realidad es bien diferente.
Y es que las inversiones de empresas como Repsol o Sacyr Vallehermoso no contabilizan como nacionales. La petrolera está presente en Libia a través de una filial suizo-holandesa y obtuvo en 2010 unos ingresos de más de 1.000 millones de euros por la extracción de crudo libio, el cual representa nada menos que un 5% de su producción global.
La compañía ya ha comenzado a mover ficha. A principios de mes, envió representantes para negociar su retorno al país. «Estamos en un proceso difícil. El retorno puede durar aún semanas, es complicado, porque estamos a la espera de lo que ocurra», aseguran fuentes de la empresa. A pesar de que su director general, Miguel Martínez, afirmaba que las instalaciones de la petrolera no habían sufrido ningún daño y que «en dos o cuatro semanas podrían estar funcionando», el Estado aún debe comprobar el estado de las mismas. «Tenemos pozos a 600 kilómetros de la costa y el transporte de petróleo desde ahí es complicado por la seguridad», se afirma desde la compañía.
Incertidumbre total
Por su parte, Sacyr opera en el país desde 2007 por medio de Svlidco, una sociedad mixta participada en un 60% por la española y en 40% por la Compañía Libia de Desarrollo e Inversión, un organismo dependiente del Gobierno libio. El grupo de construcción posee una cartera de negocio en el país de 665,9 millones de euros, pero aún no saben «nada» de qué ocurrirá con su retorno al país magrebí.
Además de la compañía presidida por Luis del Rivero, hay más constructoras españolas que decidieron apostar por Libia después de que el negocio en España comenzase a menguar. El grupo vasco Bruesa dejó inacabado en febrero el complejo universitario de El Zaweya, cuyo contrato se adjudicó en 2008 por 93 millones de euros.
Pycsa Construcciones tiene un campo de fútbol en Misrata a medio hacer aún, cuyo contrato se firmó por 25,13 millones de euros en 2009. Secopsa, empresa valenciana, tuvo que parar en febrero la construcción de un hotel en Al Baida: una concesión que le reportó 10 millones de euros. Fuentes de Indra, que suministró infraestructuras de Control de Tráfico Aéreo al país por 48 millones de euros, anuncian que la compañía está «a disposición» de las autoridades libias hasta que la normalidad vuelva.
Un regreso «largo»
«El regreso al país va a ser más largo de lo que se espera», afirma Gonzalo Escribano, director del programa de Energía del Real Instituto Elcano. En opinión del economista, el proceso tendrá una duración diferente en cada caso. El sector energético es el que lo tiene más difícil. «Gas Natural no cuenta con el problema de tener plantilla en el país por lo que en teoría debería reanudar su producción antes que otras como Repsol» asegura Escribano.
«La referencia que todos manejan es Iraq, que aún no ha recuperado el nivel de actividad que tenía antes de la guerra con Irán», afirma. Según sus palabras, el sector de los hidrocarburos va a protagonizar un retorno «lento», tanto por las condiciones de seguridad como por la incertidumbre que hay sobre el estado de las infraestructuras. «Muchas veces los pozos no se vuelven a recuperar», asevera. En cuanto a las constructoras, son las que podrían reanudar sus operaciones más rápidamente.
Vigencia de los contratos
La incertidumbre también se cierne sobre los contratos firmados durante el mandato de Gadafi. El CNT ha asegurado que respetará las concesiones firmadas durante el régimen anterior, siempre y cuando no haya habido «sangre en las manos o hayan estado implicadas en corrupción o robo de dinero público». En opinión de Escribano, esto puede ser una excepción importante, ya que será «difícil de probar» que no haya habido corrupción. A pesar de ello, no cree que haya excesivos problemas en este punto.
«Otra situación serán los nuevos contratos: Libia, dentro del sector petrolífero y gasístico tiene muchas zonas inexploradas y un potencial enorme», apunta. «Cuando se sorteen nuevas rondas de licitación y bloques de exploración supongo que se pagarán favores prestados según la habilidad diplomática de cada país», asegura.
Las empresas están sobre la mesa y los contactos en muchos casos, están hechos. La cuestión es asegurar la seguridad en un país en el que la guerra sigue abierta. Hasta que no se cierre, pocos podrán hacer negocios entre tiroteos.
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