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Cuando los hijos no sueltan el mando

Los niños pasan una media de tres horas diarias frente al televisor. Necesitan que sus padres les ofrezcan alternativas

Cuando los hijos no sueltan el mando ABC

POR LAURA PERAITA

No es motivo de broma cuando muchas madres aseguran que «mi hijo no sabía hablar con un año, pero sí encender la tele y cambiar los canales con el mando». La televisión se ha convertido en un elemento esencial en numerosos hogares —muchos cuentan con una en cada habitación—, y los niños cada vez pasan más tiempo y a edades más tempranas frente a la pantalla.

Pero, ¿a qué edad deben empezar a ver la tele y cuánto tiempo? La mayoría de los expertos en la materia apuntan que a partir del año y medio —otros prefieren esperar hasta los dos años—, y el tiempo estimado es de una media hora y siempre que los padres hayan seleccionado el canal para que la programación sea infantil. Según se avanza en edad, se puede aumentar el tiempo de exposición.

«Lo cierto es que las calles se han modernizado y han expulsado a los niños, que ya no pueden jugar en ellas con seguridad como ocurría hace años»

Para Petra María Pérez, catedrática de Teoría de la Educación, la televisión se ha convertido en España en la primera alternativa de ocio infantil puesto que lo primero que hace el 30% de los niños cuando llega a casa es encenderla. «Lo cierto es que las calles se han modernizado y han expulsado a los niños, que ya no pueden jugar en ellas con seguridad como ocurría hace años. La alternativa que les queda es estar en casa o apuntarse a actividades extraescolares. En casa, lo más cómodo es ver la tele, y lo hacen durante demasiado tiempo, la media está en tres horas diarias, y más aún los fines de semana».

Una investigación realizada por el Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas de la Universidad de Valencia señala que los niños adictos — 5 horas delante de la tele — no son más felices. Es más, al apagar el aparato se sienten apáticos, con malestar, cansados, con la sensación de haber perdido el tiempo.

Esta situación conlleva muchos riesgos, no sólo derivados de los contenidos inadecuados a su edad y que generan personalidades frustradas, violentas o sin valores éticos, «sino que la televisión es un modelo muy poderoso —apunta Petra María Pérez—, porque muestra modelos de adultos que resultan muy atractivos para los niños, quienes procesan muy rápidamente la información».

¿Qué pueden hacer los padres?

Los padres dan pocas alternativas a sus hijos. Cuando llegan a casa es más fácil dejar a los niños con el mando y callados porque los padres tienen cosas que hacer. «Para favorecer su desarrollo personal —concluye Petra María Pérez— deben ofrecerles la posibilidad de jugar, y si es juntos mejor, de que vayan a casa de un amigo o que vengan a su casa para que se relacionen y no se cierren en sí mismos, de mostrarles el atractivo de la lectura, de las manualidades...». Sólo hay que poner empeño.

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