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DESDE EL IESE

A ver qué tal

A ver qué tal, a ver qué pasa, es conformarse con un papel de espectador en una película en la que nos toca ser actores y también disimula lo que a veces pensamos

luis palencia

Es frecuente que, después de un análisis entre pesimista y poco profundo del entorno económico, termine la conversación con un tibio «a ver qué tal». El referido «a ver qué tal» es el equivalente del social «a ver cuando nos vemos» y resume en un cierre difuso un análisis cenizo y también difuso. A ver qué tal, a ver qué pasa, es conformarse con un papel de espectador en una película en la que nos toca ser actores y también disimula lo que a veces pensamos: «A ver si viene alguien y arregla lo mío», aspiración que lleva a la frustración si, como es probable, ese alguien se retrasa o si cuando llega resulta que se ha olvidado las herramientas. Esta reflexión se quedaría en simple curiosidad si no fuera porque la frustración se contagia a otros ámbitos, como el profesional, y a otras personas. Ya podemos trabajar horas que si éstas están guiadas por el «a ver qué tal», renunciamos a la motivación inaplazable del que sabe que está conduciendo el coche. En las crisis, como en las redadas, se entra en cuadrilla pero se sale de a uno: para salir no queda otra alternativa que no sea renunciar al «a ver qué tal», mejorar en nuestro quehacer profesional y obligarnos a un optimismo que, sin ser antropológico, es necesario. Por cierto, cuando acabe esta columna jugaré al euromillón, que hay bote, a ver qué tal.

Luis Palencia es profesor del IESE, Universidad de Navarra.

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