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Hay odios que no se olvidan
Atlético y Celtic se enfrentan hoy con el recuerdo de la batalla de Glasgow (1974) que valió una final de Copa de Europa
Cuenta una crónica publicada en la web de Not the View , fanzine consagrado al Celtic de Glasgow, que en aquel partido disputado en Escocia el 10 de abril de 1974 el Atlético de Madrid alineó a Matón, Psicópata, Puñetazo, Escupitajo, Sicario, Porra, Martillo, Mamporro, Golpazo, Gubia y Asesino del Hacha. El Celtic puso en liza a Connaghan, Hay, Brogan, Murray, McNeill, McCluskey, Johnstone, Hood, Deans, Callaghan y Dalglish. Unos y otros protagonizaron la batalla de Glasgow: duros marcajes, patadas, expulsiones y agresiones en los vestuarios. En comparación, las últimas tanganas del Real Madrid y el Barcelona parecen riñas de escolares . «Hubo estopa, sí, pero repartimos todos. Nosotros lo único que hicimos fue responder», comenta a ABC Adelardo, a la sazón capitán atlético. ¿Sería él «Sicario»? ¿O tal vez «Martillo»? «No lo sé. Lo que sí recuerdo es que, cuando nos quedamos con ocho, acabé jugando de lateral izquierdo». Ambos equipos se vuelven a ver hoy las caras en Madrid, un escalón más abajo: la Liga Europa, la antigua Copa de la UEFA.
El marcaje a Johnstone
Partido de ida de las semifinales de la Copa de Europa. Las hemerotecas españolas dan fe de que el Atlético presentó, en realidad, a Reina, Melo, Ovejero, Benegas, Eusebio, Panadero Díaz, Adelardo, Heredia, Irureta (Alberto), Ayala y Gárate (Quique). Y de que su resistencia ante las acometidas escocesas fue heroica, sobre todo en la segunda mitad, con el bombardeo de balones sobre la portería de Miguel Reina (padre de Pepe Reina, portero del Liverpool). «El Celtic era un equipo con jugadores de talento, en especial Johnstone, un extremo muy habilidoso. Panadero le hizo un marcaje implacable que le costó la roja» . Rubén Osvaldo Díaz Figueras, más conocido como Panadero Díaz, nacido en Buenos Aires, patillas y barba de tres días para darse un aspecto feroz, era un defensa de los que no hacen prisioneros. «Me expulsaron porque le pegué una patada en las costillas a Johnstone, que me estaba dando un baile impresionante y me volvía loco», declaró al diario As. «Pero ellos tampoco eran santos».
José Eulogio Gárate recuerda que «fue un partido muy difícil para nosotros, porque el Celtic era uno de los grandes de Europa». El fino delantero rojiblanco también tuvo su ración de patadas, aunque jamás protestó, advertido como estaba por el míster, Juan Carlos Lorenzo, de que era mejor no intercambiar impresiones con el colegiado, el turco Babacan. El choque acabó 0-0. Quince días después, en el Calderón, ya sin estopa, el Atlético se impuso 2-0 (goles de Gárate y Adelardo), culminando una historia de odio que ha viajado en el tiempo.
«El Real Madrid es la aristocracia del fútbol europeo; sin embargo, sus vecinos son la escoria. Ni siquiera merecen compartir esa magnífica ciudad». Billy McNeill, uno de los ex jugadores más famosos del Celtic, presente en la batalla de Glasgow, se descolgó hace unos días con esas duras declaraciones a un diario escocés. «El Atlético seleccionó a un equipo específico para destruirnos, asesinos que no iban a disputar la vuelta en España . El valor que Jinky (Johnstone) mostró frente a aquellos matones fue sorprendente. Si algunos de los golpes sobre Jinky hubieran sido en la calle varios de los animales del Atlético habrían acabado en la cárcel». Sin duda McNeill debió de alegrarse en su día de la derrota del Atlético frente al Bayern de Múnich en la final. «Por muy frustrado que esté, McNeill se ha pasado», señala Adelardo. «Al fin y al cabo, solo fue un partido de fútbol».
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