El misterioso caso de la Virgen desaparecida

Lo que ha vivido Rocallaura, una pequeña aldea de Lérida que apenas alcanza los 80 habitantes, no ha sido paranormal ni un fenómeno mariano, aunque ha mantenido en vilo a todos sus habitantes durante una semana . Tras días de tensión, especulaciones y angustia, los vecinos de esta localidad se reencontraron finalmente ayer con su Virgen del Tallat, muy venerada en la zona, y que había permanecido en paradero desconocido desde el pasado 15 de agosto , día en que los fieles descubrieron estupefactos en el altar de la parroquia una réplica de yeso que muy poco se asemejaba a la talla gótica de alabastro tan reverenciada en la comarca del Urgell.

Desde entonces, todas las miradas se fijaron en el sacerdote de la localidad, Pere Lluís Ramon, que la pasada primavera decidió no devolverla a la familia que llevaba tres décadas custodiándola por, según afirmó, «motivos de seguridad» . Fue lo único que dijo a los fieles cuando éstos le pidieron explicaciones. Ayer, con semblante serio y sin hacer declaraciones, el sacerdote devolvió la talla y la depositó en su sagrario de la parroquia de Rocallaura. Su gesto quedó en eso, lo que molestó a algunos vecinos que esperaban una disculpa. «Es muy fuerte que se la haya llevado sin consultarlo», indicaron a ABC .

Otros incluso abuchearon al párroco, que abandonó la localidad sin apenas intercambiar una palabra con sus enojados fieles. Ramón Company, escultor y autor de la mayoría de réplicas que hay repartidas por la localidad, tampoco salía de su asombro por el «surrealista» episodio. «Sin duda, el conflicto ha desgastado las relaciones del cura con los vecinos», dijo Company. Algunos de los habitantes de Rocallaura destacaron la personalidad «fuerte» y «autoritaria» del sacerdote que, según afirmaron, «le ha traído problemas con los vecinos de otros pueblos en los que oficia misa».

El misterio de la Virgen desaparecida se desveló a medias . Con la talla en el altar central, algunas preguntas seguían aún en el aire: ¿Dónde ha estado la Virgen durante todo este tiempo?, ¿Por qué decidió el sacerdote llevársela?, ¿Quién la protegerá ahora? Esta última intentó aclararla el alcalde, Ramon Benet, que a media mañana convocó a los vecinos para comunicarles el final «del culebrón». «Estará en un lugar neutro que sólo sabremos las autoridades municipales, el sacerdote y las monjas; y cuando estén garantizadas las medidas de seguridad se quedará en la parroquia», avanzó Benet. No obstante, muchos vecinos, aún indignados, están dispuestos a llevar al último extremo su reprimenda al rector y recogen firmas para relevarlo y declararlo «persona non grata».