TOUR DE FRANCIA
Galibier, frontera entre la vida y la muerte
Federico Ezquerra lo coronó primeros dos veces y Francisco Cepeda se mató allí en 1935

El Galibier , la meta de este jueves, es una frontera. Dos moles de roca que se empujan enfrentadas, que elevan la montaña un centímetro por año. Ahora mide un metro más que en 1911 , cuando Emile Georget lo domó por primera vez. Desde siempre, el monte del silencio ha sido una división. Nunca hubo relación entre los habitantes de una vertiente (Briançon) y los de la otra (Valloire). Dos mundos. Arriba y abajo. Vida y muerte. Lejos del Galibier, en las encartaciones vizcaínas, nacieron dos ciclistas. Federico Ezquerra era de Gordejuela. Franciso Cepeda, de Sopuerta. Dos pueblos cercanos. Pero, a distancia, partidos por el Galibier. Cepeda murió en una curva de su descenso en 1935 y Ezquerra coronó el primero la cima en 1934 y 1936. Le llamaron el ‘Águila del Galibier’.
Noticias relacionadas
«Una cabeza larga, tallada a golpes de sierra, con un cuerpo fino y fibroso». Así perfiló el diario ‘L’Auto’, organizador del Tour, a Ezquerra. Le ponían a la altura de Vicente Trueba, la ‘pulga’ que había recogido el premio al mejor escalador en 1933. Pero el Tour abrumó a Ezquerra. «Me hizo llorar. Nunca creí que una carrera llegara a impresionarme así . No me hallaba», contó. Aquello era una guerra diaria. Le costó ajustarse a las medidas de semejante carrera. Cuando lo hizo dejó para la historia una fecha: 10 de julio de 1934. Era la séptima etapa, 229 kilómetros entre Aix les Bains y Grenoble. En aquel ciclismo precario, los corredores tenían que pararse para cambiar los piñones de su bicicleta. Eran alpinistas. Ezquerra enfiló el Galibier en la cola de la cordada. Cañardo y Trueba, que conocían el tamaño del coloso, le recomendaron calma.
Otros tiempos
Ezquerra, que había pinchado antes del primer control, inició la remontada. «Cuando alcancé a Cañardo le pregunté cuánta gente iba delante. No supo decirme», narró el vizcaíno. Luego atrapó a Trueba. «Deben de quedar pocos ya», le informó. Hasta que pasó a todos menos a uno. Veía una mancha allá delante. Era Vietto, el rey René, el ídolo francés. Los 34 kilómetros del Galibier daban para mucho . Ezquerra danzaba. Y entonces, al arrimarse a Vietto, lo vio. El galo subía a empujones de los aficionados. Se hinchó de rabia. Cogió a Vietto y se puso a su lado para evitar que le impulsaran. El francés se quedó atrás. Pero en cuando se veía solo, los empujones volvían y aparecía en un santiamén a rueda de Ezquerra. Eso desesperó al corredor vasco. Y lo dio todo. Quería el Galibier para él. Vietto se rindió. Ezquerra solo, frente a la montaña. Entonces, el público comenzó a cerrarle el paso. Aquel ciclismo era así. Una batalla contra todo . El vizcaíno agarró el manillar con una mano y con la otra blandió la bomba de hinchar. A machetazos desbrozó el camino lleno de forofos y holló la cumbre en un tiempo récord: una hora y 58 minutos.
Lo mismo hizo el 14 de julio de 1936. Dos veces ‘águila’. Cuatro días después, el 18 de julio, se impuso en la meta de Cannes. Pero de eso casi nadie se enteró en España. Acababa de sublevarse Franco y se desencadenaba la guerra civil. Ezquerra no pudo regresar a casa. Al acabar el Tour se fue a vivir a Pau. Cerca de la frontera, del eco de las bombas. Siguió de ciclista, su trabajo, su manera de sobrevivir: « Íbamos solos a las carreras, sin ninguna ayuda . Ni masajistas, ni mecánicos, ni directores. Pagábamos nosotros los gastos y luego el Tour nos daba 5.500 francos por terminar la carrera». Dinero para tirar hacia delante. La guerra le separó de Gordejuela y de Sodupe, el pueblo en el que había encontrado trabajo como peón caminero Nicanor Ezquerra, el padre del ‘águila’. Allí creció Federico. Jugaba al fútbol en el Estrella, hasta que se tronzó un tobillo. Se refugió en la bicicleta y cuentan que el primer día que montó acabó en el río con un traje de estreno. Bronca en casa. Nicanor le prohibió aquella locura con ruedas.
Desenlace fatal
El chaval no le escuchó. Con 15 años se llevó las 50 pesetas que daban al primero en la carrera de Balmaseda. Botín. Nicanor, cabreado porque el hijo no había ido a por hierba, fue a buscarle con una estaca. Al final, desistió. Federico no iba a cambiar de idea. Durante un tiempo fue ciclista y empleado de la fábrica de hilo de Sodupe. Luego llegaron el campeonato de Vizcaya, el Tour y el Galibier. Compitió hasta 1944, Y se marchó de golpe : un corredor espontáneo irrumpió en la Vuelta a Cantabria y se dio de lleno con Ezquerra. Le hundió el pecho. Pasó casi un año entre hospitales. El 'Águila' no volvió a volar. Pero en la historia del Tour estaban ya sus dos vuelos sobre el Galibier. En medio, en 1935, se mató su vecino Cepeda.
Era 11 de julio, se subía y bajaba el Galibier. Cepeda , con las rodillas hinchadas, le echó valor. Siguió a Vignoli, un italiano hábil en las bajadas, y se partió el cráneo en un curva del Galibier. Sin cámaras ni más testigos que otros corredores. Se dijo que cayó a un barranco. Falso. Que se dio contra un coche. No parece. Y, como versión más factible, se habló de la mala calidad de las ruedas de duraluminio que entonces estaban de estreno. Se deterioraban por el calor de los frenazos continuados. A Cepeda le falló esa rueda y dejó allí la vida. Murió en el hospital de Grenoble, tras una trepanación. El féretro fue recibido en Sopuerta por un gentío. El héroe caído. La primera víctima del Tour y del Galibier.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete