AL DÍA
Tranvías y deseos
En el tranvía del doctor Zhivago siempre se veía nieve por la ventanilla, y a veces a Lara Antipova. En el de Parla se ve la crisis muy de cerca, tanto que le impide seguir moviéndose
Con todos los respetos para Elia Kazan desde que el doctor Zhivago murió de un ataque de corazón al ver a Lara Antipova mientras iba en un tranvía de Moscú, los tranvías dejaron de ser «deseo» para convertirse en un problema. En el metro de Moscú no habría tenido ese problema porque en los túneles uno nunca se puede encontrar a una antigua novia con aire angelical, en cambio el transporte en superficie tiene unos peligros que pueden afectar a las coronarias, y a las catenarias, (palabras de la misma familia).
El tranvía se mueve por electricidad y se detiene por falta de pago. Algo de esto afecta al tranvía de Parla que era una de las propuestas estrella de la ciudad cuando a Tomás Gómez le votaban como el alcalde con más apoyo de España, mucho antes de que se volviera «Invictus», mucho antes de que perdiera las elecciones en Madrid.
Los problemas financieros del Ayuntamiento llevan a olvidar su compromiso de pago que era del cincuenta por ciento, (la otra parte la pone el Consorcio de Transportes), de tal manera que han convertido a ese tranvía sólo de ida porque de la vuelta no se hace cargo el Consistorio. Y darle la vuelta a un tranvía como el que empuja una vespa para que arranque es notoriamente complejo debido al elevado peso y volumen que presenta el artilugio. Pero si solo fuera que la máquina se detiene al llegar al final del recorrido… lo que se trata es de saber si los empleados van a cobrar o van a tener que seguir con sus protestas.
En el tranvía del doctor Zhivago siempre se veía nieve por la ventanilla, y a veces a Lara Antipova. En el de Parla se ve la crisis muy de cerca, tanto que le impide seguir moviéndose.
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