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«el bar de mou»

Mou nos devuelve a la vida

Mou vuelve hoy a Madrid y, con Mou, vuelve la diversión a la capital

Mou nos devuelve a la vida REUTERS

IGNACIO RUIZ QUINTANO

Lo ha dicho Coulibaly, que con sus 17 años es bastante más importante que Rubalcaba, político con todo el futuro por detrás: «Oír que te quiere Mou es como estar en Disneyland» . Para nosotros, más que Disneyland, por carácter y por estilo, Mou representa a la Warner, y sus malicias nos entretienen como nos entretenían las del Correcaminos con el Coyote.

Mou vuelve hoy a Madrid y, con Mou, vuelve la diversión a la capital , donde las únicas crestas que la industria del ocio nos ha ofrecido en ausencia de Mou son las de los perroflautas de Sol, especie de «hébertistas» (de Jacques-René Hébert) enviados por Rubalcaba a predicar a los turistas el evangelio del progreso hacia atrás.

Progreso hacia atrás es el nuevo fútbol de Brasil , y con una sola cresta, la de Neymar, que coge la pelota en la media luna del área ajena y la baja hasta la media luna del área propia, donde la recibe Thiago, que la lanza hacia Pato al modo en que Koeman peloteaba con Stoitchkov. Pato tiene tan asumido que es Pato, rodeado de cisnes, que en seguida pone el pelotazo de Thiago a los pies de Neymar, y vuelta a empezar.

Lo de Mano Meneze en Brasil es el tiqui-taca de Guardiola en el Barça , y por eso Rosell se deja ver por allí: el hotel, el autocar y cualquier día en el banquillo de la «canarinha», que en la Copa de América es «canarinha flauta», como diría Juan Cruz. (A lo mejor la prohibición municipal de jugar al fútbol en las playas de Río es idea de Rosell para lograr que en el mundo no haya más cantera que La Masía). El pavoneo brasileño de Rosell solo puede responder a dos deseos: hacerse fotos con Dani «Desdémona» Alves o meterle prisa al Madrid en el regateo por Neymar.

A todo esto, ¿alguien ha visto cantar el himno de Brasil a Neymar? La que le ha caído al humilde Messi por no mover los labios con el de Argentina , y vaya en su descarga que la Pulga no es de letras: «Una vez quise leer un libro y a la mitad no pude más». El humilde no puede con la letra del himno ni con la rima del Sud con salud.

No menos complicado lo tiene Neymar: «E o sol da Liberdade, em raios fúlgidos, / brilhou no céu da Pátria nesse instante...». «¿Qué es esto? ¿Fúlgidos? ¿Qué poquero dice «fúlgidos»? ¿Qué choni de... (aquí ponga usted, lector, el barrio que le pete) respetaría a Neymar, si llegara a los billares diciendo «fúlgidos»?

«Fúlgidos», en Madrid, no lo dicen ya ni los amigos de Valdano , que son líricos del compromiso, lo cual, por cierto, nos lleva a Lass, una máquina fúlgida, pero ajena a cualquier compromiso que se quiere ir del Madrid. Por la mitad de lo que les cuesta recuperar a Cesc, en Barcelona podrían tener a Lass.

Bienvenido sea Mou.

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