«Devuelva usted el casco»
Una nueva ley abre la puerta a un sistema de reciclaje que obligaría a pagar por los envases y recuperar el dinero al devolverlos. Defensores y críticos ven ventajas e inconvenientes

Será muy difícil encontrar botellines abandonados, en vertederos o por la calle, si se adopta el modelo de depósito de Alemania, ya que a las personas que los devuelvan se les abonará 25 céntimos. La nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados, que ya ha recibido el visto bueno del Senado y será publicada en breve, abre la puerta a este sistema para el reciclaje de envases, que recuerda el antiguo «devuelva usted el casco» que se empleaba en España hace años. Los ecologistas están encantados, pero las empresas encargadas de la gestión de residuos han puesto el grito en el cielo y tachan esta normativa de «inviable».
El reciclaje de envases y plásticos actual o SIG (Sistema Integrado de Gestión) está controlado por Ecoembes y consiste en la recogida selectiva y recuperación de residuos de envases. Lo que la norma permite es poner en marcha un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), en el que se asocia un valor a cada envase para que este sea devuelto por el consumidor para su reciclaje. Se trata de un sistema paralelo a los SIG y destinado solo a envases de bebidas. Los sistemas integrados de gestión que funcionan actualmente seguirían existiendo para todos aquellos que no están en el SDDR.
En el sistema de devolución, los productores pagan el depósito al operador del sistema por cada envase que ponen en el mercado. Los comercios compran los productos y sus envases a los productores, pagando el precio del producto más el depósito por cada envase. A su vez, los consumidores compran el producto envasado y pagan el depósito por cada envase al comercio. Cuando lo han consumido, si entregan el envase vacío en cualquier comercio, se les devuelve el depósito. Y si el consumidor no quiere devolver el envase, la cantidad queda en el circuito y ayuda a financiar el sistema.
Según el presidente de Ecoembes, Melchor Ordóñez, el proyecto de ley «genera inseguridad». «La ley debe mantener el sistema que funciona —afirma—. No entendemos por qué implantar un sistema que proporciona problemas a los ciudadanos y a los pequeños comercios». Añade que, de acuerdo con sus cálculos, la implantación del procedimiento costaría unos 600 millones de euros.
A pesar de su preocupación, la futura ley no establece de forma única el SDDR, sino que plantea compatibilizarlo con el SIG. «Esperamos que los estudios hagan que se deseche la idea por inviable. Francia o el Reino Unido ya lo han rechazado por caro», explican desde Ecoembes.
Experiencia en otros países
Los defensores del SIG atacan la falta de pragmatismo del otro modelo, pues «la devolución del importe del envase sería muy difícil. Los consumidores deberían guardar los recibos de compra de las bebidas e ir a donde las adquirieron. Es surrealista». Sin embargo, países como Croacia, Holanda, Grecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Israel, Australia, Canadá y EE.UU., entre otros, ya han implantado la medida. Alemania es el paradigma del éxito del sistema, con un 98,5 por ciento de los envases devueltos por los consumidores.
Desde Retorna, organización de quince asociaciones que promueven el SDDR, el asunto se ve de forma muy distinta. Retorna califica de «cuasimonopolio» la situación: «Suponemos que el rechazo de Ecoembes proviene de que dejarían de percibir tantos ingresos». «Para el consumidor no supondría un problema, bastaría con que dejara el producto usado en un depósito, y se le pagaría lo que cuesta ese envase», asegura esta asociación. Según explican, «no es necesario devolverlo donde se adquirió. El ejemplo lo tenemos en los países en los que se utiliza. En el caso de que a los empresarios vendedores no les salieran las cuentas, se les reembolsaría la diferencia para que tuvieran coste cero. Cada día se utilizan 51 millones de envases en España. Es como para planteárselo».
La principal ventaja del SDDR es que, al separarse más los materiales que luego se reciclarán, llegan con mayor pureza y calidad. Los productos afectados serían envases PET de 0,1 a 2 litros que hayan contenido bebidas –exceptuando leche–, latas de aluminio y botellines de cristal de cerveza y refrescos. En cuanto al coste, Retorna calcula por lo menos 450 millones.
El Ministerio de Medio Ambiente pide cautela. Recuerda que la ley no implanta el sistema de devolución del envase, solo presenta la posibilidad de establecerlo, y reconoce que «hay una guerra entre los partidarios del SDDR y las empresas del SIG. El Ministerio busca un punto común».
Ahora se recicla el 66%
Ecoembes recicló en 2010 el 66% de los 2 millones de envases usados. Cifra positiva, pero insuficiente. España genera más basura que la media de la UE, recicla menos y envía más residuos a los vertederos. «Lo que pretendemos es mejorar las estadísticas y la transparencia en la gestión de los residuos», asegura.
El proyecto de ley está aprobado por el Congreso, pero senadores como José Valín Alonso, del Grupo Popular, han manifestado que «es curioso cómo sistemas como el SDDR es calificado por muchos de los colectivos de los países donde se está utilizando como una fórmula “demodé”, que ni ha dado resultados ni puede darlos. No se trata de aquella antigua fórmula de retornar los cascos. Se meten los envases en una máquina que hay en cada comercio o lugar de distribución para volver a triturarse. Y para eso cobran 25 céntimos a cada ciudadano por cada envase».
La publicación de la ley —que incluye otras medidas como la eliminación de las bolsas de plástico no biodegradables en 2018— es inminente. Y la batalla entre «lobbies» no ha hecho más que empezar.
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