Los talibanes pagan 140 euros por atentar contra tropas españolas
Los nuevos bandidos de caminos actúan como mercenarios en la zona afgana de Badghis
Bandas de delincuentes ligadas o contratadas por los cabecillas talibanes de Badghis están detrás de los últimos ataques a las tropas españolas, según confirmaron a ABC fuentes consultadas en Qala-i-Naw, en cuya base se encuentran mil soldados españoles desplegados en el marco de la misión ISAF-OTAN. «Han llegado a cobrar 160 dólares unos 140 euros por la colocación de minas que explotan al paso de los convoyes », aclaran las mismas fuentes ligadas a programas de reconstrucción civil que constatan un cambio en la estrategia de los talibanes en esta provincia del noroeste afgano , en teoría menos peligrosa que el cinturón oriental talibán que une Afganistán con Pakistán.
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El domingo 26 uno de esos artefactos explosivos improvisados (IED, en sus siglas inglesas) colocados en una carretera próxima a la localidad de Aceska causó la muerte del sargento Manuel Argudin Perrino y la soldado Niyireth Pineda Marín al estallar al paso del vehículo blindado «Lince» en el que viajaban. «La ruta Lithium es especialmente sensible a este tipo de ataques», recuerdan fuentes militares españolas que reflejan la dificultad de hacer frente a un enemigo tan difuso que conoce ya la fecha de retirada de las tropas de la coalición internacional.
El modelo canadiense
Otro de los problemas es la existencia masiva de explosivos en un auténtico país-polvorín con más de tres décadas de guerras ininterrumpidas. Por ejemplo, la semana pasada, la Policía afgana decomisaba mil minas y cinco toneladas de explosivos que estaban siendo transportadas en tráiler en la provincia de Herat —donde se encuentra otra base española con 500 hombres— provenientes de Pakistán. «Para evitar los ataques con IED hay que elaborar una ardua tarea de prevención cortando las vías de suministro de explosivo. Esto es muy difícil, incluso lo pueden obtener de fosfatos de fertilizantes», explica una fuente militar española que pone como ejemplo el trabajo que realizan las tropas canadienses sobre el terreno: «Avanzan un kilómetro y medio por hora, peinando el terreno», algo que imposibilita la eficacia de toda misión militar. «Ellos han decidido hacerlo ante el desgaste político que está produciendo la guerra de Afganistán».
Los ataques contra las fuerzas españolas se han incrementado este verano pese a que el gobierno de Kabul insiste en que Badghis es una «provincia modelo» debido a que cientos de presuntos insurgentes se están acogiendo un programa piloto de reintegración, el enésimo experimento que financia la comunidad internacional para intentar comprar al enemigo.
La insurgencia en Badghis es una mezcla de antiguos comandantes muyahidines con nuevos contrabandistas y bandidos de caminos que en pequeños grupos independientes mantienen los valles bajo su control. Insurgentes que se venden al mejor postor y que al mismo tiempo hacen negocio con las fuerzas extranjeras y con los talibanes, cuyos emisarios ofrecen dinero a cambio de colocar artefactos explosivos improvisados al paso de los convoyes.
El debate sobre la retirada internacional está en las calles de la capital de Badghis donde saben que el enemigo está literalmente a las puertas, en el distrito de Muqur, y otro empresario de esta localidad consultado por vía telefónica, que ha pedido mantener el anonimato, asegura que «han hecho un buen trabajo de reconstrucción y ahora que están en sus últimos meses deberían acelerar aún más los proyectos para dejar un mejor recuerdo porque luchando no han demostrado nada».
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