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Explosión de la industria militar turca

La compañía española Navantia busca hacerse un hueco en el mercado de la defensa naval en Turquía a través de un socio

Explosión de la industria militar turca reuters

daniel iriarte

«Todo turco nace soldado», reza un antiguo refrán anatolio. Tal vez la modernización de Turquía lo haya dejado un poco anticuado, pero el peso del ejército —el segundo más potente de la OTAN, tras el de EE.UU.— en el país sigue siendo considerable. De modo que a nadie puede sorprender que la creciente importancia de Turquía como actor político y económico esté teniendo una correlación en el sector armamentístico.

Esta industria, que creció un 19% durante 2010, está experimentando tal boom que se ha convertido, por primera vez en la historia de Turquía, en uno de los temas de campaña del gobierno de cara a las elecciones que se celebraron el pasado domingo. El reelegido primer ministro Recep Tayyip Erdogán ha destacado su intención de desarrollar la industria de defensa nacional durante las próximas décadas como uno de los pilares de la economía moderna. Según él, compañías locales desarrollarán sus propios «tanques, helicópteros, aviones de guerra y vehículos aéreos no tripulados durante los próximos 12 años».

Por tierra, mar y aire

Algunas de estas afirmaciones son ya una realidad. Está previsto que el próximo diciembre se lance al espacio el primer satélite de inteligencia turco, el Göktürk («Cielo Turco») 2, con ayuda de China, dado que Turquía carece de tecnología de lanzamiento. El año que viene, el gobierno turco espera mostrar al público el prototipo del «Altay», un carro de combate autóctono producido por la compañía Otokar en colaboración con la empresa surcoreana Rotem, de Hyundai, y para el que el Ministerio de Defensa turco ha aportado unos 500 millones de dólares.

Este modelo, el de la participación con un socio local, permite sortear las complicadas leyes turcas sobre inversión extranjera, abriendo la puerta a firmas internacionales. Y es el modelo adoptado por Navantia, la única empresa pública española en el área de defensa naval, que pretende participar en esta explosión del sector en asociación con la compañía turca Turkon.

Defensa ha aportado 500 millones para desarrollar el carro de combate «Altay»

«Por el tamaño e importancia de su marina, Turquía es un país importante para Navantia y una apuesta de futuro para estar presente en los programas que se vayan poniendo en marcha. Sus kilómetros de costa y su situación geográfica van a exigir que Turquía se dote de unidades navales de nueva generación», explica a ABC Luis Cacho, consejero delegado de Navantia, quien confía en que su empresa podrá dar «una respuesta adecuada a esas necesidades».

Esta empresa presentó el pasado 11 de mayo una oferta a la marina de Turquía para la construcción, en suelo turco, de un buque anfibio similar al LHD Juan Carlos I, ahora mismo el navío más grande que tiene la armada española. «Navantia entiende que este primer programa de buque anfibio puede ser la puerta de entrada al mercado turco y el primer paso para una colaboración de futuro que podría proseguir con el programa de fragatas que la propia Marina de Turquía ha anunciado», asegura Cacho.

Erdogán quiere convertir Ankara en «una base global de la industria de la defensa»

Navantia no ha hecho públicas las cifras del negocio, pero en todo caso el sector parece prometedor: la producción de la industria de defensa turca pasó de 2.319 millones de dólares en 2009 a más de 2.733 el año pasado, es decir, un incremento de 400 millones de dólares (unos 270 millones de euros). Y mientras el consumo local está asegurado por el enorme tamaño del ejército turco —que, además, continúa siendo uno de los mayores importadores de armas del mundo— las exportaciones de armamento manufacturado en Turquía, especialmente a países balcánicos, de Oriente Medio y Asia, han experimentado una progresión imparable en la última década: pasaron de 331 millones de dólares en 2003 a más del doble (669 millones) en 2009, si bien el año pasado se redujeron ligeramente.

El gobierno de Erdogán ha anunciado su intención de convertir Ankara en una «base global de la industria de defensa», que produzca beneficios de unos 8.000 millones de dólares en ventas para el año 2016. Ahora mismo, el 80 % de la producción militar en Turquía se debe ya a compañías con base en esta ciudad. El proyecto –no falta quien lo considera un delirio de grandeza del primer ministro y sus asesores- incluiría, entre otras cosas, el desarrollo de un programa espacial propio. Pero, parafraseando a Kipling, esa es otra historia.

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