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El FBI afila sus armas para investigar sin pasar por el juez

Las nuevas normativas en estudio plantean muchos más casos en los que se puede empezar a recabar información sin necesidad de tener mandamiento judicial

ANNA GRAU

El FBI está revisando sus directivas internas y planteando autoreformas que han causado cierta inquietud entre los defensores de los derechos civiles en Estados Unidos. En esencia el Buró está ensanchando su margen de maniobra legal para investigar a ciudadanos norteamericanos sin pasar por el juez. Las nuevas normativas en estudio plantean muchos más casos en los que se puede empezar a recabar información sobre un particular o una organización sin necesidad de tener mandamiento judicial .

A día de hoy ya existen varios mecanismos de este tipo, como las Cartas de Seguridad Nacional, un instrumento reforzado por la Patriot Act promulgada después del 11-S. Estas cartas permiten al FBI pedir información a alguien (por ejemplo las webs que visita, con quien intercambia correos electrónicos, etc) y durante cierto tiempo incluso permitió al Buró prohibir a esa persona revelar que era objeto de este escrutinio. Al fin tal prohibición se reveló como inconstitucional.

En algunos casos las pretensiones del Buró son razonables: inciden en la necesidad de poder explorar por ejemplo foros de internet o asociaciones radicales para detectar posibles amenazas antes de que tomen forma. Pero en otros casos existe el temor de que las nuevas libertades amparen ciertos abusos. Por ejemplo entre las “novedades” destaca la autorización de que el FBI hurgue en la basura de personas a las que intenta convencer de “cooperar” con el gobierno . Si aparece algo comprometedor en sus desperdicios, sin duda esta exigencia de cooperación tendría más peso.

Tanto el FBI como el gobierno tratan de calmar los recelos de los activistas y de algunos miembros del Congreso asegurando que los agentes recibirán “entrenamiento especial” para administrar bien sus nuevos poderes y no excederse en sus funciones. Incluso se invoca la aparición de alguna restricción nueva: por ejemplo, que la decisión de infiltrar a un agente en una comunidad religiosa tendrá que tomarse al máximo nivel y no podrá ser delegada en funcionarios de segunda fila. En cualquier caso queda claro que el nuevo FBI, con su director, Robert Mueller, renovado en el cargo y en la confianza del presidente Obama cuando ya se barajaban candidatos para relevarle en septiembre, pretende convertirse en una agencia de espionaje de primer orden, una verdadera CIA interior y hasta exterior, pues tiene más de 60 legats destacados en el extranjero.

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