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Cuatro víctimas de la «indignación»

Vecinos y comerciantes de la Puerta del Sol dan la cara para denunciar los perjucios que les está causando la acampada del 15-M

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Ya son más de dos semanas y están hartos. Tanto que, por primera vez, algunos empiezan a dar la cara para denunciar los perjuicios que sufren desde que Sol, donde tienen ellos sus casas, sus trabajos o sus negocios, se convirtió en un campamento de protesta .

Una guitarra, una rata y un puñetazo

En un establecimiento de la calle de Preciados, la sangre llegó al río. «Uno de los chavales estaba tocando la guitarra en la entrada de nuestro local con una rata en el hombro. Mi dependiente le dijo que se retirara, y se negó. Mi trabajador le quitó las cosas y la novia se abalanzó hacia él y el novio le pegó un puñetazo. Parece que ellos tienen más derechos que los que pagamos los impuestos», opina el dueño del negocio mientras muestra la denuncia del pasado viernes.

«De 1.400 euros a 200 en una semana»

v. lerena

Maira está al frente de la máquina de coser que hace los bordados en una tienda artesanal al inicio de la calle del Arenal. «Los dos fines de semana hemos pasado de facturar 1.400 euros a 200», sostiene. De hecho, el primer domingo de acampada cerraron al no tener ni un solo cliente en sus instalaciones. «Como continúen aquí, lo tenemos muy complicado para vender porque los turistas no se acercan. Nuestro jefe está muy preocupado por las pérdidas», expresaba.

«Si vendía 100 boletos,a hora vendo 25»

Lola es una de las loteras del Doblón de Oro. Ayer no podía más con su alma. «Me voy a casa. Esto está afectando a mi salud y mi estado emocional. No entienden que es nuestro pan. ¿Nos quieren llevar a la ruina y que nos sumemos con ellos?», manifestaba. La misma estaba indignada porque muchos cuestionen la pérdida de negocio: «Hemos reducido las ventas un 75%. Si antes vendía 100 boletos, ahora vendo 25. Tenemos las facturas para quien tenga dudas».

«Hemos llegado a cerrar tres horas antes»

V. LERENA

Ana María Justo es una de las trabajadoras de una heladería ubicada en la Puerta del Sol . Las pérdidas de su negocio alcanzan el 50% e incluso el primer fin de semana de acampada se vieron obligados a cerrar tres horas antes. Han tenido que recurrir al trueque para que les retirasen los carteles que enterraban el local. «Les daba agua a cambio», matiza. En siete años que lleva trabajando ahí «nunca hubiera pensado que algo así se instalaría en Sol».

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