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Strauss-Khan: del FMI al FBI

Día 19/05/2011

Lo de Strauss-Kahn huele que apesta. No se asusten; porque no me voy a sumar a la disparatada tesis de Salvador Sostres, quien sostiene que los hombres solos a los que se les presume cierto poder adquisitivo son como golosinas para algunas camareras. Tampoco a la teoría de la conspiración que desgrana el economista Niño Becerra. Todo el mundo, con una pizca de sentido común, sabe que si camina como un pato, canta como un pato y tiene plumas como un pato, suele ser un pato.

Que el todavía director del FMI intentó beneficiarse a la camarera del Hotel Sofitel, era más que evidente, mucho antes de que el correoso Benjamín Brafman, filtrara que la defensa alegará que en la suite hubo «sexo consentido». Queda por dilucidar, y será complicado, hasta qué momento y que variantes sexuales «consintió» la guineana Ophelia. Dando por sentado que uno o una puede decir «no» en cualquier instante y que un «no» es un «NO», coincidirán conmigo que no cuadra la versión del magnate que emerge en cueros del baño y se abalanza sobre la chica.

Los periodistas nos hemos ido de morros y hemos dado por sentados, sin el mínimo ejercicio crítico, una retahíla de datos, que contribuyen a condenar al «depravado».¿De dónde salió lo de la suite de 3.000 dólares? He intentado reservar por Internet la habitación más cara del Sofitel y no he encontrado ni una cuya tarifa supere los 600. ¿Antecedentes por intento de violación? La funcionaria húngara reconoce que se acostaba con el jefe, pero que lo hacía por interés y no por gusto. ¿No mosquea que la bella periodista tarde 9 años en contar que se le tiró encima? No hay que descartar que Strauss-Kahn sea un sátiro más culpable que Judas, pero que alguien explique lo del sexo oral consumado, sin violencia física ni arma por medio. Veremos qué pasa este viernes en el tribunal.

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