Aplausos para Pedro Almodóvar, pero…
«La piel que habito» ha sido recibida con moderado entusiasmo, aunque Cannes tiene ganas de darle una Palma de Oro a Almodóvar y éste tiene ganas de que Cannes se la dé
El Festival de Cannes ha recibido con un moderado entusiasmo «La piel que habito» , la última de Pedro Almodóvar que tenía, entre otras misiones, la de pasarle un trapo húmedo al figurón de tiza que se dibujó en el suelo Lars von Trier . Todo el torniquete argumental y todo el mundo sórdido que quiere poner en la pantalla Almodóvar es tan inocente y dulzón como una bolsa de «chuches» si se lo compara con la fiereza y la auténtica sordidez y genialoide suciedad del personaje que se ha creado Von Trier y del cine que derrama en la pantalla.
Noticias relacionadas
- El Armagedón de Lars von Trier
- Kaurismaki, la veracidad de lo inverosímil
- Se deshace el poético azucarillo de Terrence Malick
- «The artist», un maravilloso estruendo de cine mudo
- Penélope Cruz, al frente de la otra piratería del cine
- Calla el Papa, habla Nanni Moretti
- Gus Van Sant se pone melodramático en Cannes
- Gran Woody Allen para inaugurar Cannes
- Woody Allen: «No me gustaría volver a ningún otro tiempo pasado»
«La piel que habito» ha tenido su ración de éxito en su primer pase a la prensa, aunque al tiempo hubiera que oírse durante la proyección risas y carcajadas en algunos de los momentos fatalmente dramáticos de la historia . Aunque lo que cuenta se inspira en una novela de Thierry Jonquet , también podría ser una versión comitrágica del doctor Frankenstein, con un Antonio Banderas que lucha a brazo partido por asomar la cara entre un personaje absurdo.
Dramatismo impostado
Almodóvar no logra un gramo de frescura o de frescor en lo que quiere transmitir
Almodóvar no encuentra el modo de proporcionarle profundidad a esta historia , como tantas suyas, de venganzas, equívocos, trastornos, pasiones, patologías y chorradas. Ya sin ni siquiera un gramo de frescura o de frescor en lo que quiere transmitir, Almodóvar se queda en gracioso a pesar suyo , y la frase de «Yo soy Vicente», que dice con dramatismo impostado un personaje al final de la película, es quizá el mejor ejemplo de ello.
Pero cualquier consideración sobre «La piel que habito» debe ir acompañada con la precaución de que el nombre y la estrella de Almodóvar tienen vida propia al margen de la esponjosidad de su cine, y de que no solo es tan favorito hoy como ayer, sino probablemente un poquito más . Cannes tiene ganas de darle una Palma de Oro a Almodóvar y Almodóvar también tiene ganas de que Cannes se la dé. Quizá sea éste su año aquí.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete