Estalla Alejandro Talavante
El extremeño corta dos orejas a un buen toro de El Ventorrillo

Una Plaza de Toros es —de verdad— un círculo mágico donde todo puede suceder. Si uno va a ver jugar al Real Madrid o a escuchar a la orquesta del Concertgebouw, es raro que nos llevemos sorpresas. En los toros, en cambio, todo es posible: sufrimos muchas tardes de aburrimiento pero también, a veces, se roza el milagro. Hoy, en Las Ventas, coinciden un gran toro y un diestro que, por fin, estalla, logra desarrollar todo lo que hasta ahora había prometido: Alejandro Talavante le corta las dos orejas, pedidas unánimemente, a «Cervato», el tercer toro del Ventorrillo, para el que también se pide la vuelta al ruedo. La gente ha vibrado, se ha emocionado, y ahora, feliz, casi ni se lo cree. ¡Por fin, un gran triunfo en San Isidro!
Entramos en la verdadera «semana grande taurina» de San Isidro. Los toros del Ventorrillo no triunfaron en Sevilla. Hoy se aplaude al primero y a todos nos encanta el tercero. Los demás, sosos, bajan mucho.
La carrera de Talavante ha estado marcada siempre por la irregularidad: en lo positivo, aquella presentación de novillero en Madrid, aquel natural de Sevilla... En contraste, tardes opacas, cierto desmaño. En México ha incorporado a su repertorio algunas suertes de efecto seguro: cambios inesperados, arrucinas... He creído advertir, esta temporada, que su técnica ha progresado. De todos modos, algunos le acusan de que le beneficia el que le apodere la empresa de Las Ventas...
La duda permanecía, creo, hasta hoy. El tercer toro, «Cervato», de bonita capa, castaño salpicado (¿sardo?), derriba aparatosamente al picador Tulio Salguero, que marra en la segunda vara. Se queda casi sin picar. En la muleta, no para de embestir. En el centro del ruedo, Talavante se queda muy quieto, vertical: primero, con sus maneras habituales, un poco desgalichadas, pero le va cogiendo el punto del temple. Surgen naturales buenos, de trazo largo. Con el cambio de mano, la gente brama. Intercala un pase cambiado a lo mexicano. Se suceden naturales francamente buenos y de pecho, lentísimos, aguantando mucho y templando de verdad. Sufre un desarme en las bernadinas pero vuelve a subir la emoción con los últimos muletazos. La faena no solamente ha tenido la habitual quietud; también, temple, ritmo y emoción. Acierta esta vez con la espada: estocada a un tiempo, petición unánime de las dos orejas, que no duda el presidente en conceder. También piden, sin éxito, la vuelta al ruedo para el toro.
El sexto es soso, incierto, se deja, se va suelto. Lo brinda al público. Inicia con trincherazos, tira bien del toro por la izquierda pero se queda corto y se acaba pronto. No añade más al éxito anterior pero tampoco lo devuelve.
En la tarde de Talavante, poca gloria les queda a los otros dos espadas. El primer toro embiste rebrincado al capote pero rompe a embestir, en la muleta. Lo intenta El Cid, molesto por el viento, pero no logra dominar ni acoplarse. Le reprochan la colocación. Mata mal.
Recibe al cuarto con verónicas, lo cuidan, Manuel hace el esfuerzo: ahora está mejor que en el primero, más asentado, pero el toro transmite poco, los naturales no tienen eco y vuelve a matar mal.
Tampoco es la tarde de Perera. En el segundo se aplaude al picador Ignacio Rodríguez, que hace bien la suerte. Comienza Perera la faena con temple, mandando mucho, ligando. El toro se pone a escarbar, se raja al natural y la faena se diluye. Mata mal. Saluda Joselito Gutiérrez en el quinto, muy soso. Perera está correcto, alarga la faena sin fruto. No mata bien.
No se ha beneficiado ya Talavante de la suerte del desconocido: ha tenido un gran toro, lo ha sabido aprovechar y hacer vibrar a la afición. Recuerdo haber leído algunas entrevistas en que confesaba sentirse a gusto en la soledad y se le veía disfrutando junto a las encinas y los arroyos de su hermosa tierra. En el campo extremeño, soñará muchas veces con esta tarde, en la que ha tocado la gloria.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete