—¿Cómo empieza con el póker?
—No soy una persona que guste de los juegos de azar. La modalidad de póker que yo y mi familia practicamos \[sus dos hijos, Mari y Juan, son profesionales\], el Holden, tiene más que ver con el ajedrez y con juegos de otro tipo, en donde se conjugan el azar, en cierta medida, y las funciones cerebrales superiores: el juicio, la capacidad de atención, la memoria y el cálculo.
—¿Desde cuándo juega?
—Conocí el juego a finales de 2006, como mis hijos. Estudiamos la ortodoxia del juego, la analizamos. Y diseñamos estrategias diferentes.
—Ha ganado premios muy importantes. Le va muy bien.
—Sí, básicamente es así. Pero el póker no es el eje de mi vida, ni intelectual, ni de otro tipo.
—¿No se plantea dedicarse al póker cuando acabe su etapa política?
—¡Ni mucho menos! Yo soy médico: nunca he dejado de serlo, porque sigo ejerciendo. La política dura poco. Mi verdadera responsabilidad es ejercer en el pueblo del que ahora soy alcalde.
—Ve el juego como reto.
—Toda mi vida es una serie de retos personales. Ahora voy a hacer un curso de alta cocina.
—Al ser un juego de tahúres, ¿le pasan factura sus rivales por ser una persona con capacidad de engaño?
—No, hombre, no... En la política, precisamente, eso lo hay que desterrar. Las críticas son justas, pero la verdad no se puede distorsionar. Para mí un político tiene que tener dos cualidades: principios, y buenas maneras. Lo demás viene añadido.
—Toca gobernar en crisis...
—Me presento a mi tercera legislatura. Mi propia familia estaría encantada de que saliera de la política. Tengo otros retos y podría dedicarme a otras cosas. Pero precisamente ahora, que son tiempos difíciles, es cuando uno tiene hacer ejercicio de responsabilidad.
—Médico, y defiende el copago
—Ahí discrepo de la línea de mi propio partido. Por mucho que lo intente, no encuentro nada de social que el señor Amancio Ortega, por poner un ejemplo, no pague las medicinas cuando sea pensionista. Hace unos días reñí en mi consulta a una señora que vino con una crisis de hipertensión. Me dijo, «Don Juan, no he tomado las medicinas porque no tengo dinero para pagarlas». Esto está pasando, y hay que cambiarlo.
—¿Quién se juega más el día 22, Rajoy o Zapatero?
—Francamente, Rajoy. Zapatero está ya amortizado. Lo han amortizado sus propios seguidores, personas que hace no demasiado casi babeaban cada vez que hablaba y seguían y aplaudían discursos cuya simplicidad rayaba en el insulto. Aquí el que se juega saber si tiene un respaldo mayoritario es Rajoy.
—¿Cómo valora la decisión del Constitucional sobre Bildu?
—Éste es uno de los días más tristes de los últimos años. No haré más comentarios. Es una tragedia.
—¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta su pueblo?
—Somos un pequeño pueblo centrado en los servicios. Nos jugamos todo en la capacidad para atraer visitantes. El paro es el gran problema. Por eso hay que ser cautos a la hora de criticar inversiones en los municipios. Hay gente que siente más pena por el largarto de una marisma que por seres humanos.