Columnas

cubierto-111

Columnas / UNA RAYA EN EL AGUA

El comisionista

Cada vez es más visible el desamparo de Chaves, cercado por la evidencia de un caso de «juanguerrismo» palmario

Día 05/05/2011

NINGÚN socialista lo admitirá en voz alta, y menos en campaña electoral, pero no hay nadie significativo en el partido capaz de encontrar una justificación para los escándalos que aprietan al vicepresidente Chaves. Menos que nadie Zapatero, al que no se le ha oído una palabra de comprensión o de disculpa. El fraude de los EREs se ha convertido en una sangría de votos y de credibilidad, y las andanzas del hijísimo constituyen, al margen de su encaje legal, un episodio flagrante de falta de decoro, un caso de juanguerrismopalmario que compromete con severidad la imagen de quien lo ha permitido. El PSOE aplica de oficio y mecánicamente la solidaridad corporativa pero cada nueva revelación afloja más el ya de por sí escaso entusiasmo; ayer, en el Congreso, en la enésima comparecencia para dar unas explicaciones que no tiene, los aplausos sonaron con una patente falta de convicción que expresa el progresivo abandono de la confianza. Está cercado por las evidencias.

Y de entre todas las evidencias hay una que resulta demoledora para su prestigio y que no puede declinar porque se trata de una declaración de parte: su hijo Iván era —es— un comisionista. Lo ponía en sus contratos y cobraba por ellos comisiones de hasta ¡el cincuenta por ciento! Un comisionista que hacía gestiones con empresas relacionadas con la Junta que presidía su padre. En Andalucía casi todas las empresas lo están porque la Junta es el primer contratista, el primer empleador y el primer anunciante, pero eso no hace más que agravar la incuria de una situación indefendible en el aspecto ético y muy dudosa en el plano legal. Es poco estético, conceden piadosamente y en voz baja los compañeros del vicepresidente. Lo que equivale a una recriminación moral inequívoca; nulla estetica sine etica, como decía el profesor Valverde.

Ésa es la certidumbre incuestionable de la que Chaves no puede librarse. Podrá argüir que ni él ni su hijo cometieron delito ni irregularidad alguna, podrá contar con el silencio abochornado de quienes recibían a Iván por ser quien era y por ser quien era le adjudicaban contratos, pero no tiene modo de zafarse del reproche manifiesto que supone la simple constatación de la realidad. Y él lo sabe, y conoce la dificultad de sostener la mirada reprobatoria y desganada de unos correligionarios que eluden defenderlo y comienzan a dejarle solo con sus aspavientos y sus cuitas. La mirada que él mismo derramó tiempo atrás sobre Alfonso Guerra antes de decidirse, cuando el poderoso valido gonzalista ya había caído en desgracia, a formularle una censura pública. Ayer hubo un momento de yermo desamparo en que sólo un diputado aplaudió sus protestas de inocencia. Está solo ante la certeza general de una conducta injustificable ante la que no puede formular la excusa de las falsas apariencias. Su problema consiste en que las apariencias son demasiado aparentes.

Búsquedas relacionadas
  • Compartir
  • mas
  • Imprimir
publicidad

Copyright © ABC Periódico Electrónico S.L.U.