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Si Mourinho fuera Clemente

En el ecuador de los Madrid-Barcelona, todo indica que Mourinho no es Clemente, como vende el «agit-prop» del régimen mediático, insolentemente culé.

—«Si respetará el Madrid la Semana Santa, que en la final marcó Cristiano a pase de Di María», dice el Periqui en su Periqui Chico de Sevilla, donde por culpa del agua no ha salido ni un paso.

Por seguir la broma, recordaremos que los equipos de Clemente no metían los goles que meten los equipos de Mourinho, que en el Madrid, con un equipo nuevo, ha metido los mismos, o más, que el Barcelona de Guardiola, y el fútbol consiste en meter la pelota, no en sobarla. El resto es literatura. ¿Que Guardiola mea colonia? Mourinho mea napalm (el olor de la victoria, para Robert Duvall). ¿Y qué?

Madrid y Barcelona son los únicos que juegan con armamento nuclear, Messi y Cristiano, sólo que el Barcelona depende más de Messi que el Madrid de Cristiano. ¿Qué quedaría del Barça si le quitaran a Messi? Dicho con sorna valleinclaniana: lo mismo que quedaría de los hermanos Quintero si los tradujeran al castellano. Al Madrid le quitas a Cristiano (y a ocho más) y te queda el equipo que goleó al Valencia. El mérito de que los suplentes vivan en ese estado de ánimo es del entrenador, pero el «agit-prop», comenzando por TVE, que al final de la final de Cristiano nos colocó un publirreportaje de Messi, prefiere ensalzar a Casillas.

No importa que el Madrid creara más ocasiones de gol. ¿Goles? ¡Qué vulgaridad! ¿Acaso no han oído hablar del terror freudiano a la penetración? Lo que importa es el pavoneo atacante del Barça, cuya deliberada intensidad narcisista debe superar a la de los bailaores flamencos. Fútbol-posturas, como los toros-posturas, el arte-posturas y la política-posturas de una sociedad que ha hecho de las posturas, eso que antiguamente sólo se daba en los billares, su razón de ser elegante. Entonces, cuando estás a tus carambolas, aparece Pepe, con su cara de cascabel pisado, te quita el taco, te deja con el molde y descubres que el mundo es ridículo. La solución de Cruyff es pedir que el árbitro expulse a Pepe, porque aquí sólo puede pegar Busquets.

Madrid y Barcelona se van a pegar mucho, para regocijo del Manchester.

El partido de Liga fue un Carrasco-Velázquez: épico, pero ligero (pensaban en la final).

La Copa fue el Alí-Frazier del 71 en el Madison: quince asaltos de exterminio entre pesados, y en el último, lona de Alí, el que bailaba como una mariposa y picaba como una avispa, a bombazo de Frazier, que tenía la misma prensa que Mourinho, pues el dueño de las gracias era Alí.

De dar crédito a los lloriqueos de Guardiola, el primer partido de Champions en el Bernabéu sería un Tyson-Spinks…

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