Materia de Barcelona
Nunca como en la última década las editoriales habían incluido en sus catálogos tantas novelas sobre la ciudad
El día, entre nublado y ventoso, resultaba propicio para elucubrar misterios. En el cementerio de Poblenou, el más antiguo de Barcelona, con su olor a humedad y salitre, paseamos con la escritora Care Santos entre sepulcros de matriz neoclásica hasta un nicho plagado de velas, exvotos y sobres de remitentes que piden ayuda al Más Allá. Es la tumba de Francesc Canals Ambrós. Conocido popularmente como «el Santet» falleció en 1899 con 22 años; se sabe poco de su vida, tan sólo que era dependiente de los Grandes Almacenes El Siglo, que ardieron la Navidad de 1932. Del Santet se recuerdan sus poderes curativos y el vaticinio de aquel incendio. En «Habitaciones cerradas» (Planeta), Care Santos desentraña una oscura herencia familiar conjugando «la novela costumbrista, el folletín de misterios, el viaje interior y la narración histórica»: un flashback que va de la Semana Trágica a la guerra civil, aliñado con arte, adulterios, espiritismo: el Santet atraviesa cual sonámbulo por la trama: «Un secundario de lujo que pedía a gritos una novela y que he incluido en la mía», apunta la autora.
Los cinco mejores
Un sondeo de un diario gratuito sobre la mejor novela de Barcelona arrojó un quinteto ganador: «La sombra del viento» (Carlos Ruiz Zafón), «La catedral del mar» (Ildefonso Falcones), «La plaza del Diamante» (Mercè Rodoreda), «La ciudad de los prodigios» (Eduardo Mendoza) y «Últimas tardes con Teresa» (Juan Marsé). Hablamos de novelas «de» o «sobre» Barcelona. Preposición cualitativa. Existen muchos libros que «transcurren» o «se ambientan» en una ciudad, pero aquí aludimos a la ciudad como espacio mítico. Y eso, hoy por hoy, sólo ocurre con Barcelona.
No hay año sin novela barcelonesa en los catálogos editoriales. Los quince millones de ejemplares vendidos de «La sombra del viento» (Planeta) pusieron a los editores a rastrear novelas de Barcelona. Si pasamos lista, en los últimos meses han aterrizado en las librerías una docena de novelas «de» Barcelona, adscritas al género negro, histórico y gótico. Barcelonas de todas las edades, aunque las épocas medieval y renacentista, el modernismo decimonónico y el siglo XX son los contextos más frecuentados.
A finales del siglo primero después de Cristo, Barcino es una colonia romana que crece en torno del monte Táber (la actual plaza de Sant Jaume). Allí nació el que se considera el primer «barcinonés» documentado: Lucius Minicius. En él se inspira Maria Carme Roca para recrear en «Barcino» (Ediciones B) la vida de aquel patricio que en 129 se proclamó vencedor de una carrera de cuadrigas.
El carácter catalán tiene mucho de self made man; si Lucius Minicus fue campeón olímpico, Ricard Guillem vivió el esplendor de la Ciudad Condal de Ramón Berenguer. Ese personaje real, que documentó el historiador Ruiz-Domènec en un libro delicioso, inspiró un trasunto literario: el comerciante Martí Barbany que protagoniza «Te daré la tierra» , de Chufo Llorens, bestseller de 2008 que ahora tiene continuación en «Mar de fuego» (Grijalbo). Entre la costa de Llafranc y Roma, con epicentro en la Barcelona del siglo XV que imprime libros, el protagonista de «Prométeme que serás libre» (Temas de Hoy) de Jorge Molist desafia al poder inquisitorial.
En los años veinte se sitúa «Una heredera de Barcelona» (Destino). Sergio Vila-Sanjuán parte de la documentación de su tío Felipe, periodista y abogado, para revivir la turbulenta ciudad del pistolerismo que originará la dictadura de Primo de Rivera y para desembocar trágicamente en 1936
Heridas de la guerra civil que comparten los personajes de Juan Marsé. Padres derrotados e hijos que se refugian en la imaginación como lenitivo de las miserias de posguerra. Con esa «Caligrafía de los sueños» (Lumen) el autor de «Últimas tardes con Teresa» invita a otra ronda por los barrios de Gracia, el Carmelo y el parque Güell: calles de 1945 donde la evocación autobiográfica marida con las «aventis» del gran escritor barcelonés.
El siglo XX se cerró con la Barcelona Olímpica que dio fama a Lucius Minicius. José Agustín Goytisolo le dedicó una oda y Eduardo Mendoza ( imagen de arriba ) publicó «Sin noticias de Gurb» , o la ciudad observada por un extraterrestre que le toma gusto al pescaíto frito en la Barceloneta. En el Año Vigésimo de la novela que Mendoza escribió en tiempo récord, al más puro estilo folletinista, Seix Barral recupera este clásico de las lecturas escolares con ilustraciones de Perico Pastor. Como en «La ciudad de los prodigios» , materia de Barcelona más irónica que heroica.
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