AL DÍA
Los mendigos de Gallardón
Gallardón quiere una ley para hacerse cargo de los mendigos de Madrid. Y la izquierda, que es la que ha hecho estos pobres, se callará
Gallardón quiere una ley para hacerse cargo de los mendigos de Madrid, y los mismos que aplauden que un guardia municipal te saque trescientos euros por tomarte un botellín en la acera dicen que lo de ahuecar a los mendigos sería franquista. Ya lo dijo Walter Benjamin: «Habrá mitología mientras haya mendigos». Aunque Benjamin no lo decía por el franquismo, que es la única mitología que conocen nuestros logsianos, sino por algo más vaporoso, explicado por Steiner: el mendigo que llama a la puerta, el mendigo que acaso sea un enviado de los dioses o un agente demoníaco disfrazado, viene andando, y lo que Gallardón pretende es que venga en bicicleta, para que, menos cansado, no tenga que quedarse a dormir en las puertas del Teatro Real, donde pernoctan todos los mendigos extranjeros de la capital, como en una «performance» de Gerry Mortier. Son mendigos culteros, pues no sólo de dinero vive el hombre. Ratzinger pone el ejemplo de una mendiga que Rilke encontró en París: cada día, al pasar, el poeta arrojaba una moneda en el sombrero de la mendiga, que permanecía impasible; pero un día Rilke le regaló una rosa, y en aquel momento su rostro floreció, y así fue como el poeta descubrió que aquella mujer, que se marchó con la flor y durante ocho días dejó de mendigar, tenía sentimientos. Tal vez Gallardón y Gerry Mortier podrían llegar a un acuerdo para repartir rosas entre los asistentes a la ópera, y que estos, a la salida, las arrojaran a los Sin Techo que pernoctan en las puertas del suntuoso (hablo de lo que nos costó a los contribuyentes) Teatro Real. Menuda lección: Mortier, vestido de San Martín, compartiendo su capa de «atrezzo» con esos mendigos venidos de Europa «andando» al reclamo de la formidable estampa menipeña del mendigo de Velázquez. Gallardón, que es melómano, lo entenderá. Y la izquierda, que es, después de todo, la que ha hecho estos pobres, se callará.
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