AL DÍA
Se vuelven a casa
En ciudades como Lérida, León o Cádiz viven alrededor de 130.000 habitantes, los mismos que aumentó la población española a lo largo del 2010. Se trata de un crecimiento predecible y moderado porque los nacimientos están disminuyendo desde el 2009 y la inmigración ha dejado de ingresar los fuertes volúmenes de años anteriores. Y son los españoles los protagonistas del crecimiento, porque los inmigrantes, según los datos del Padrón de 2011, han disminuido en 17.000 personas.
Y es precisamente sobre la inmigración sobre la que me gustaría hacer dos precisiones intentando superar el nivel puramente descriptivo que han tenido la mayoría de las noticias sobre el último Padrón. La primera la recordaba Joaquín Arango hace unos días. Sin duda algunos de esos inmigrantes «perdidos» no se han ido realmente. Son antiguos extranjeros que por la vía de las nacionalizaciones han pasado a ser (nuevos) españoles. La segunda es más importante y de efectos contrarios. Es posible que haya habido más salidas de inmigrantes que al irse no se dan de baja en el Padrón Municipal del lugar donde residen. El fenómeno puede haber alcanzado una cierta intensidad en los años 2009 y 2010, pero si esas personas no han comunicado su marcha, el Padrón no les da la baja «por caducidad» hasta dos años después de su última inscripción. Ya sabemos que algunos siguen aquí sin haber cumplido el requisito, pero otros siguen figurando sin continuar en España. De la misma forma que hay inmigrantes sin papeles, hay papeles sin inmigrantes. Así pues, necesitamos tiempo para saber algo más sobre el impacto de la crisis en la inmigración. Todo hace pensar que ha sido mayor del que traducen las cifras. Pero, en cualquier caso, se trata de un fenómeno temporal, porque cuando las cosas mejoren los inmigrantes, como las golondrinas, volverán a nuestros balcones.
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