La culpa del hombre blanco
El 95% de los marfileños nacieron y crecieron como ciudadanos de un estado independiente, no como oprimidos aborígenes
Al final, le echarán la culpa a los blancos. Ya lo están haciendo, por lo que le escuché esta mañana a un misionero español que reside al norte de Abiyán y dejó claro que ni él, ni los religiosos de su pequeña misión van a abandonar el país, a pesar de que los milicianos acechan en las cercanías y ya han entrado a robarles.
Y lo tremendo es que aquí, en esta pequeña y opulenta parte del mundo donde se respetan los derechos humanos, funcionan las instituciones y no se suele dejar reventar de hambre al menesteroso, muchos comprarán la «averiada mercancía» y darán por bueno que los responsables del desastre que ensangrienta y arruina Costa de Marfil son los ex colonos franceses, la linda Europa y Occidente en general.
Con internet hasta en el último pueblo del planeta y una economía global, nadie puede permitirse la atrocidad de no sentirse afectado por los padecimientos de otros seres humanos, por lejos que estén o diferente que tengan la piel, pero no podemos pasar por alto que Costa de Marfil es independiente desde hace más de medio siglo.
El 95% de los marfileños nacieron, echaron los dientes, crecieron y se educaron como ciudadanos de un estado independiente, no como oprimidos y explotados aborígenes. Cierto que casi todo el tiempo tuvieron un único presidente, el omnipotente y caprichoso Félix Houphouët-Boigny, pero a diferencia de la mayor parte de los africanos, los marfileños prosperaron y vivieron en paz.
No sólo generaron formidables futbolistas como Didier Drogba, Yaya Touré o Keita. También riqueza capaz de atraer a millones de inmigrantes de los países vecinos y de fijar en la capital a una ajetreada minoría de empresarios y comerciantes franceses, libaneses, vietnamitas y hasta españoles.
¿Qué lo estropeó todo? Pues ellos, señores: los marfileños.
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