Servicios antiterroristas avisaron al Gobierno de que ETA airearía las actas
La banda utiliza su propia versión de las negociaciones como venganza y para arrogarse el rango de interlocutor legítimo ante el Estado

Los Servicios de Información de los diferentes Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, incluso alguno extranjero, ya advirtieron al Ejecutivo, antes de que empezara la negociación formal con «Josu Ternera», que ETA confeccionaría actas y que serían divulgadas por la propia banda criminal en el caso previsible de que los pistoleros dinamitaran el «alto el fuego», como así ocurrió.
Los expertos antiterroristas que asesoraron al Gobierno no hacían sino basarse en experiencias pasadas, de las que se concluye que ETA tiene una «enfermiza obsesión por escribirlo todo». Pero, aún así, insistieron en la necesidad de tener en cuenta que los etarras «pondrían altavoz» a las conversaciones, porque en los preparativos de unas negociaciones de esa envergadura no se debe dejar nada al azar o a la improvisación. Por tanto, según las fuentes consultadas por ABC, cabe suponer que Jesús Eguiguren, Javier Moscoso y José Manuel Gómez Benitez acudieron a las citas con la banda conscientes de que antes o después los pistoleros desvelarían el contenido de las conversaciones, en caso de que fracasaran, para así echar la culpa al Gobierno.
¿De qué manera? Los mismos medios admiten que cuando emisarios del gobierno, cualquiera que sea, acuden a dialogar con ETA «lógicamente deben adecuar su lenguaje a las circunstancias, para ganar tiempo y evitar que los terroristas abandonen la mesa de inmediato». Y con este mismo objetivo, se les prometen reivindicaciones que saben que, al final, el Estado nunca va a poder conceder. Pero ahí quedan los compromisos. Es el juego inevitable, y peligroso, de la negociación con unos criminales.
Por venganza
ETA es consciente de ello y por este motivo utiliza las actas como «venganza» en el caso de que las negociaciones fracasen, como ha ocurrido en todas las celebradas hasta la fecha. Así transmite a sus bases cómo el Gobierno fue incumpliendo cada uno de sus compromisos —impunidad para terroristas, excarcelación de presos, constitución de un órgano común para el País Vasco y Navarra...—, por lo que el regreso a la «lucha armada» era la única salida. Por esta razón destapó las actas poco después de dinamitar la tregua, en junio de 2007, a través del diario «Gara». Así evitó deserciones en Batasuna, pese a la salvajada de la T-4.
Pero lo que puede ser más inquietante, con la elaboración de estas actas y su divulgación, es que ETA pretende arrogarse el rango de interlocutor legítimo, ya que consta por escrito que ha hablado de «tú a tú» con un Estado en representación del pueblo vasco. Por ello, son susceptibles de haber sido manipuladas.
ETA también aireó la reunión que Pedro Arriola, Ricardo Martí Fluxá y Javier Zarzalejos, los tres emisarios del presidente Aznar, mantuvieron el 19 de marzo de 1999 en Zurich con los etarras «Mikel Antza», «Willy» y «Carmen». El acta la redactó esta última y fue difundida por «Gara» después de que en noviembre de 1999 la banda anunciara la ruptura de la tregua. «No venimos a convencerles de que dejen de ser una organización armada. Eso es una decisión suya», son afirmaciones que la versión etarra atribuye a uno de los emisarios de Aznar. Al igual que estas: «Hemos hecho un esfuerzo para asumir la lógica del otro, y dentro de esa lógica no pensamos que ETA se va a rendir...»; «No pensamos que lo que nosotros les podamos decir sobre la lucha armada, sobre la violencia, pueda modificar actuaciones de la organización»; «No venimos a la derrota de ETA».
HB también hizo un acta de una reunión con Xabier Arzalluz. Aquella en la que el entonces presidente del PNV dijo que «no conozco de ningún pueblo que haya alcanzado su liberación sin que unos arreen —ETA— y otros discutan —PNV—. Unos sacuden el árbol para que caigan las nueces y otros las recogen...».
Rubalcaba: no a polémicas
El vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo ayer que ETA «se ha equivocado en todas las treguas», pero en la de 2006 «se equivocó especialmente, y el Estado lo hizo especialmente bien, entre otras cosas, porque habíamos aprendido de lo que pasó singularmente en la del 98». Rubalcaba no quiso polemizar con el PP, aunque comentó irónico: «Menos mal que respetan el Pacto Antiterrorista porque si no, no sé qué dirían de mí o qué harían conmigo».
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