Ventiladores chinos

Circula por la Red una hoja de deudas municipales que ríase usted de la Alemania clásica. Deudas de la era de Gallardón, a quien el amigo Pepe Campos vigila desde Taiwán: ahora, y pensando en que los ciclistas madrileños ya sólo circulan por las aceras, ha tenido el tino de enviarnos una colección de ventiladores de fabricación china que deberían ser subvencionados por el Ministerio de la bella y graciosa moza Pajín, por cuya culpa los fumadores tienen que salir a fumar a la acera, y allí echan el humo a los ciclistas, sus nuevos amos. Los ventiladores de Pepe Campos garantizan que las nubes tóxicas del tabaco, al igual que las del gas clórico que el ejército alemán lanzó contra la infantería franco-canadiense el 22 de abril de 1915, fecha de inauguración de la nube tóxica tal como la conocemos, sean empujadas hacia la sierra de Gredos, donde ya no hay ni cabras ni krausistas. Ventiladores para el humo y ventiladores para la deuda, aunque uno no sea de los que se escandalizan por las deudas municipales; más deudas acumulan los Bancos, y todavía no he visto a nadie manifestarse para que cambien al director de su sucursal, como quieren hacer con el alcalde. Lo que a mí me escandaliza, aunque moderadamente, es el páramo cultural y urbanístico de este Ayuntamiento, donde cualquier majadería de la factoría progresista encuentra asiento, y todo por el miedo cerval que les produce pensar en la posibilidad de que alguien les diga «fachas». Gallardón ha arruinado la ciudad de Steiner, que es decir la ciudad del paseante. Como ex paseante madrileño, este fin de semana, que no hay fútbol, tengo dos opciones: el Prado, donde han chapado la puerta de Velázquez por falta de dinero y a donde prometí no volver mientras tengan mal colgado un Ribera (¡horizontal, no vertical!), o a Navalcarnero, al boxeo («¡qué horror!», exclamará Alicia Moreno), que pelea El Zar, Petia Petrov. (Anímate, Mario Gas, que aquí los golpes son de verdad.)