Alonso vive en calma
Después de inviernos turbulentos, cambios de equipo y estrés, se ha dedicado a madurar el coche y vivir en Maranello

El personaje es tendente al hermetismo y la demanda de información es elevada. Cuando alguien se acerca al mundo que rodea y protege a Fernando Alonso, la respuesta suele ser unidireccional. «Poco que contar», dice Luis García Abad, representante, amigo y alma mater de casi todas las relaciones sociales y profesionales del piloto. «Lo mejor para Ferrari», expone desde otro ángulo Luca Colajanni, director de comunicación de la escudería, propietario de la llave que abre la puerta de las entrevistas con Alonso, casi el único vínculo del asturiano con el exterior desde que hace un año y medio comunicó su fichaje por Ferrari. El hombre que cambió la historia de la Fórmula 1 en España está más escoltado que nunca en la factoría roja. Ha llegado a su destino. Vive en calma, sin el estrés adicional que antiguamente le provocaron otras situaciones que manejó como pudo.
Los anteriores inviernos de Alonso guardaban una sobredosis de actividad para sus colaboradores. Nuevos contratos, asuntos de merchandising, temas relacionados con los derechos de imagen del piloto... Y cuando no, cambio de equipo, negociaciones y reuniones con propietarios de escuderías, informes arriba y abajo para conocer los detalles de futuras sedes... Y Alonso, supervisando desde su atalaya las maniobras de sus representantes legales.
Cuando estaba en Renault, negoció el salto a McLaren y tenía una doble ocupación. Gestionar su rumbo como piloto del equipo francés y atender al desarrollo del coche que conduciría al año siguiente. El mundo de los trámites
Cuando aterrizó en McLaren (2007), un mundo feliz se anunció para él. Llegó entonces el cachorro Hamilton, el desafecto de un equipo que prefería la victoria de su compatriota inglés y el desencuentro total con los dirigentes de McLaren. Otro invierno convulso en la elección de un nuevo volante, que finalmente resultó el que ya conocía: Renault, su mentor Briatore y la empresa FFBB, propiedad del magnate italiano que gestionaba parte de sus contratos y que representaba también a Webber, Kovalainen o Grosjean.
Objetivo rojo
La agitación desde Renault llegó por otro invierno con objetivo único. Ferrari había llamado a la puerta de Alonso y el piloto bebió los vientos a la primera, como es lógico. Mientras hablaba tal y cual cada fin de semana de un Renault R28 mediocre, sin fuelle para arrimarse al podio, negociaba su futuro acuerdo con Ferrari.
En la sede de sus sueños, Alonso ya no ejerce como free-lance. Todo su merchandising es ahora propiedad de Ferrari. También sus relaciones públicas y su tipo de comunicación con los periodistas españoles, más limitada ahora a ruedas de prensa y entrevistas personales. Vive en calma, porque esa es una de sus pretensiones personales. Volver a pasear por Oviedo como un ciudadano más, sin protagonismos, alejado del ruido, como cuando era un estudiante que no se metía en líos y pasaba inadvertido en la clase.
El último invierno lo ha pasado en Maranello, cerca de la fábrica de Ferrari, vigilando su coche. «Ferrari será mi último equipo. Una vez llegas aquí, no puedes aspirar a nada mejor», ha dicho.
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